20. DUELE EL AMOR

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Tras haber terminado una conversación con sus hijos, regresó a la cocina y quedó boquiabierta con lo primero que vio.

—¡Migue! —exclamó en un susurro. —¿Qué haces tomando en horas de trabajo?

—En un shot nomás. No seas dramática. —estaba como ido.

—Igual, sabes que no puedes. —de pronto, se inclinó un poco como buscando el contacto visual y se dio cuenta de la expresión que tenía. —¿Pero qué te pasa? ¿De dónde vienes que traes una cara que parece que viste al demonio?

—Peor que eso, María… Vengo de descubrir que toda mi vida y todo en lo que creía ha sido una mentira dos veces peor de lo que ya pensaba.

En ese momento, alguien más entró en la cocina y sonrió ampliamente al verlo allí.

—¡Mi niño! ¿Cómo sigues?

Él, en ese punto, se encontraba mirándola con los ojos cristalizados e incluso ¿decepción?

—Peor. Mucho peor. Realmente no pensaba volver a hablar contigo, pero no puedo contener más lo que llevo acá adentro. —apretando los dientes, se dio bruscos golpes en el lado del corazón.

La felicidad de Conchita y la ilusión de que el enojo hubiera pasado se desvaneció enseguida.

—Mejor, me voy. Ustedes dos necesitan tener una conversación ya. —intimidada, María se volvió humo en segundos.

Cuando vio cómo su madre intentaba acercarse, Miguel se alejó y le dio la espalda.

—¿Así que este no fue el primer delito en el que colaboraste con Juan José?

—¿Perdona? —su ceño se frunció de una manera que hasta dolía.

—¡Debería darte vergüenza pronunciar esa palabra! ¡Vergüenza!

—Es que no entiendo de qué estás hablando. JAMÁS “colaboré” en ningún delito que haya cometido ese infeliz.

—¿No? ¡¿Y por qué renunciaste al trabajo en casa de los Torreblanca en Querétaro, ah?!

—¡Porque hubo un asalto grandísimo en su casa y quedaron tan espantados que lo vendieron todo y se fueron del país! ¡Pero me dieron mi liquidación y todo quedó muy bien entre ellos y yo!

—Eso no fue lo que me dijo él hoy día que fui a visitarlo a la cárcel. —negaba con la cabeza.

En cambio, Conchita apartó la mirada y asintió, dándose cuenta de todo.

—Claro… Ahora que lo pienso, tardé muchísimo en darme cuenta que él estuvo detrás de ese robo también y te inventó que yo fui su cómplice para vengarse, porque me amenazó con que lo iba a hacer precisamente por lo contrario: por NUNCA haber querido ayudarlo. Así que entiende que todo lo que te haya dicho son puras mentiras. Si hay algo de lo que me arrepiento en esta vida, es de haberlo conocido y de haberme enredado con él cuando sabía lo poco que me convenía. La familia Torreblanca me habría metido presa, o al menos me habría denunciado para que se hiciera una investigación, de haber dudado de mi honradez.

—¿Será que no lo hicieron porque también supiste ganártelos con esa carita de inocente o porque no pudieron encontrarte nada?

—Todo lo que Juan José quiere, es que te decepciones de mí y decidas alejarte porque sabe PERFECTAMENTE que tú eres lo que más amo. ¿Cómo no te das cuenta, mi cielo? —dolida, veía cómo daba vueltas alrededor de la cocina y se agarraba la cabeza. —¿Cómo puedes estar poniendo la palabra de alguien que hasta ahora había sido un extraño para ti por encima de la mía?

—Pasa que después de la primera mentira, toda verdad se convierte en duda.

—¿Y por eso vas a tomar por “verdad” la palabra de un CRIMINAL y no la de alguien que no solo te trajo al mundo, sino que te ha criado y te ha dedicado TODA su vida?

Impropia PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora