—¿Quién me mandó a olvidarme mi celular y los papeles e ir a recogerlos justo en el momento en que a ella se le ocurrió ir a llevarse sus cosas de nuestra cabaña? No quería escuchar su voz, no quería que cruzáramos palabra, no quería ver sus malditos ojos. —se movía, agitado, por toda la oficina.
—¿Sí te das cuenta que esto de que haya resultado ser hija de quienes es va a hacer que la tengas aún más cerca? ¿Lo tienes en claro? Si no, es mejor que te vayas haciendo a la idea porque no podrás hacer nada para evitarla. Estaba en su destino conocerse, campeón, debía pasar; aún me acuerdo del día que llegaste de Inglaterra y me contaste cómo se conocieron en el aeropuerto, después coincidieron en el avión de la capital para acá y demás. Ni siquiera sabías su nombre, pero tal parece que no fue necesario para que se te pusieran ESAS caritas mientras me hablabas de ella. En mi caso, fue como si… hubiese podido presentir que tu casamiento no se daría. Tú nunca habrías podido dar ese paso hablando así de alguien más. Hasta te hice esa broma de que si Natalia te escuchara, rezaría por que no volvieras a ver a «esa mujer», y al final ni fue tan broma.
—Es que sí… Sería muy ciego si negara que me sentí bastante atraído y, posiblemente, algo más partiendo de ese día. Pasa que no es fácil darme cuenta porque todavía estaba en pareja en ese momento.
—Y por eso las cosas con Natalia se terminaron a tiempo y por una importante razón. Así que ya está. A trabajar y a seguir adelante. —se levantó, se acercó a palmearle el hombro y procedió a retomar sus responsabilidades.
—No es así de sencillo. Me parece que lo mejor va a ser lo que te dije: que me aleje un rato y trabaje remoto desde México.
—Inge, el rancho no funciona igual cada vez que te vas y ahora mucho menos lo va a hacer, si estamos en plena transformación. Eso sí, no voy a ir más en contra de tus deseos, esta vez voy a respetar lo que decidas.
—Te lo agradezco, Capi. En cuanto a lo que te contó Conchita sobre el testamento de mi madrina, no sé; a mí, en su momento me dijo que no lo haría valer para no dejar en la calle a “su papá”, pero bien pudo no haberlo hecho porque sabía que se exponía a que la cacharan. Sí te puedo decir que cuando Mathilda habló con Beto y le propuso venderle todo así nomás, ella fue la única que pensó en Gustavo y preguntó qué pasaría con él, pero ahora no sé, no sé más nada.
—Volviendo al tema de su papá, es bueno saber que al menos cuenta con su apoyo y el de su mamá. Créeme que sé mejor que nadie lo mucho que la destruyó enterarse primero que su beba había “fallecido” al nacer y después que realmente fue abandonada y “falleció” de grande. En serio, desde ya, me da mucho gusto por los tres, solo espero que la pobre no se termine volviendo loca cuando sepa que la verdad verdadera es que siempre fue Arya y que la ha tenido con ella todo este tiempo, porque ha sido terrible y más para alguien tan sensible como Sarita.
—Ahí tienes toda la razón. Así que mejor, ni me hagas acuerdo, que imaginarme lo mal que debe haberla pasado viéndose tan sola es una cosa bastante horrible…—pensativo —pero te lo juro que tampoco puedo explicarte cómo me puede saber que voy a seguir viéndola y teniéndola cerca. Dios, es aún más intenso, aún más abrasador. Si antes ya sentía como que se me iba a salir el corazón solo con pensarla, con todo esto que pasó ahora sí que se me va a terminar saliendo.
—Hijo, es que que sea hija de Gallardo significa que vivió y creció en soledad, en oscuridad, sin sentirse amada ni por sus propios padres… Eso debe haberle infundido un PÁNICO al abandono. De verdad que me parte el corazón… y me ayuda a entender tantas cosas y a ella mucho más.
—Ya. —apretó los ojos. —Por favor, no sigas diciendo así. Lo tengo bien presente, ¿ya? Es una porquería y no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Te lo juro que no sabes lo difícil que fue tenerla ahí y no abrazarla y decirle que nunca más va a estar sola.
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Impropia Piel
Fanfiction𝘌𝘭 𝘢𝘣𝘢𝘯𝘥𝘰𝘯𝘰 𝘭𝘢𝘴 𝘶𝘯𝘪ó. 𝘓𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘪𝘳𝘵𝘪ó 𝘦𝘯 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘢𝘴. 𝘓𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘭𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘴𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘭𝘢𝘴 𝘴𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘳𝘰𝘯. Quisiera rebobinar y regresar a ese día. Ahora ya sabría qué hacer. Si hubiese se...