27. COMPATIBLES

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—Así fue, mi amor. Me pareció que era algo demasiado serio como para hablarlo por teléfono, así que terminé de servir la cena a todos allá en la hacienda y me vine corriendo para acá. —desanimada, se tomaba su taza de té de a pocos en medio de la conversación.

En el caso de Arya, extrañar a su esposo combinado con lo que Conchita le estaba contando incrementó su sensación de tristeza.

—Dios, me parte el corazón por Sil y por todos los Riobueno. —producto de las ansias, comenzó a darle golpes sutiles con sus uñas medio alargadas a la copa de vino que estaba bebiendo.

—A mí igual. Solo intento convencerme de que Dios y la medicina podrán sacarla de esto.

—Y sabemos que la forma en que respondas a las cosas es vital para sobrellevarlo mejor, y Sil siempre ha tenido una actitud muy positiva. Aparte, sin dudar An va a mover cielo, mar y tierra para otorgarle tratamiento de la más alta calidad. —quiso reconfortarla y reconfortarse.

—Bueno, aun así, yo pienso ir mañana a primera hora a hacerme los exámenes. Mira si ningún Riobueno es compatible… igual y yo sí y pueda ayudarla.

Tras haber acompañado a su comadre a recoger los resultados de los análisis y a conversar con el doctor, no podía hacerse una idea de lo complicado que había sido para Silvana reunir a toda su familia e informarles (finalmente) que estos habían arrojado que estaba padeciendo de una insuficiencia hepática en un grado avanzado.

—Voy contigo. Así, aprovechamos y nos los hacemos juntas. —sonrió.

—No juegues, mi niña. O sea, por mi parte, voy a hacerlo porque Silvanita es mi comadre, mi hermana de vida, pero tú no tienes nada que te una a ella. Existen bancos de donantes también.

—Mhm: los bancos de órganos. Pasa que con esos no tenemos ninguna certeza, más encima te ponen en lista de espera y esto es para ayer. En verdad no me cuesta nada hacerme el examen. Así que no se diga más. Que cuenten con Conchita García y Arya Rivero como otras dos posibles candidatas. —su sonrisa se amplió un poco.

‘Hola, An, te hablé hace un rato pero me mandó a buzón de una. Supongo que… estabas conversando con tu mamá y… en fin, para no hacerte largo el cuento, solamente era para decirte que cuentes con mi nanita y conmigo para hacernos las pruebas y ver si calificamos para ser donantes. En cuanto escuches esto, avísanos qué tipo de examen es el que necesitas y estaremos en el hospital mañana tempranito. Los queremos muchísimo y quedamos a la espera de tus indicaciones.’ —fue el audio que le mandó al mejor amigo del ingeniero.

A los pocos minutos, recibió una notificación: la respuesta del pelinegro, también en forma de audio. Subió un poco el volumen del celular y le dio play para que su nana también pudiera oírla.

‘Son un amor ustedes dos. Neta no tengo palabras para agradecerles que estén dispuestas a algo tan delicado como es someterse a una cirugía para donarle parte de su hígado a mi mamá. Es que no las hay. Eso sí, no es necesario que vayan al hospital tan temprano. Mejor, dejen que veamos si alguno de la familia califica primero. Si no, arrancamos desde ahí, ¿va? Otra vez, muchísimas gracias por esto y, en caso de que una de ustedes lo haga, muchísimas gracias de antemano. Te quiero… Este… Es decir, las quiero mucho. A las dos. Que descansen y buenas noches.’

Conchita tenía ambas manos en el corazón, enternecida por las palabras de su ahijado.
Una pequeña y tierna sonrisa estaba dibujada en los labios de la administradora, quien, una vez finalizado el audio, bloqueó el celular y lo puso sobre la mesa del comedor.

—Pues, ya oímos. Vamos a tener que esperar instrucciones del doctor Riobueno, nanita.

Así parece. —se levantó de la silla y se acercó a acariciarla. —Ahora, si al final no podemos ayudar, menos mal esta intención tuya sanó un poco el corazón de Andrés, mi amor. Digo, por lo que escuché, ¿no? Algo es algo. Sonaba muy cariñoso y muy dulce en su mensaje. —la animó, riéndose un poco.

Impropia PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora