24. LA CARTA

35 2 1
                                    

Mientras un par de profesores se hacían cargo de inmovilizar a varios de los estudiantes golpeados y que se habían amontonado para golpear, Danna y Luzmaría tenían sujeto a Jorgito de un brazo cada una, y una profesora se encontraba plantada en medio de la cafetería exigiendo explicaciones.

—Este finito fue el que empezó a pegarnos de la nada, profe. —apuntó a Jorgito.

—¡Wow! Tal parece que tienes pantalones de sobra para hacer “bromitas”, pero te faltan para decir la verdad. —Luzmaría intervino enseguida. —Profe, él nada más estaba intentando defendernos porque estos…—usando su mano libre, le dio un empujón al que le había echado la culpa a Jorgito —están que nos molestan.

—¡Bueno, ya! —Alexis dio un paso adelante. —Cuando vea este video, lo entenderá todo, profe. Todo es por eso. —le entregó su celular.

Los educadores se tomaron un momento para mirar lo que presuntamente había causado la pelea.

—Es evidente que tenemos un caso de bullying en contra de la señorita Riobueno y la señorita Linares. Y esto…—señaló el aparato —es aún más serio. La persona que lo haya grabado necesita saber que es tan MISERABLE y COBARDE como las que las están atacando por este material que CLARAMENTE fue expuesto sin su consentimiento. Quiero que en este momento, quien lo hizo de un paso adelante. —ordenó otro profesor.

Varios segundos pasaron y, como era de esperarse, nadie dio la cara.

—Eso pensé. —decepcionado, asintió varias veces.

—Y no solamente fue expuesto sin su consentimiento, profesor. Luzma y Danna fueron NARCOTIZADAS en esa fiesta. —una vez la agitación generada por la pelea desapareció, Jorgito visibilizó lo más grave de todo.

—Nos crean o no, así fue. Algo le echaron a nuestros refrescos, TODOS fueron cómplices y, por supuesto, ahorita se ríen mucho como si se tratara de una jugarreta inofensiva. Solo que ninguno se ha tomado UN MINUTO para ponerse a pensar en la gravedad de lo que hicieron ni en cómo nos estamos sintiendo nosotras.

—No se han puesto a pensar en cómo nos arruinaron la vida con ese narcótico y esos videos. Les parece un chiste y ya. —agregó Danna.

—¿No van a decir nada? —la profesora titular de Sexto Año volvió a exigir, mirando alrededor. —Esto es más grave de lo que pensé. Así que el que sepa algo de cómo llegó ese narcótico a la bebida de estas jovencitas HABLE YA. Escúchenme bien: puede que nosotros no nos responsabilicemos por lo que pase con nuestros estudiantes fuera de la institución, pero que quede en claro que NO VAMOS A PERMITIR que acá haya bullying ni acoso, ni narcóticos ni agresiones. Voy a poner a la directora al tanto de esta situación y, junto a los otros profesores, nos vamos a asegurar de que ninguno de ustedes esté consumiendo, reproduciendo o enviando ese video a ningún otro lado, porque donde nos lleguemos a enterar que lo hacen, serán INMEDIATAMENTE expulsados. —sentenció. —Y la misma medida se le aplicará al primero que se le ocurra meterse con las señoritas de nuevo. ¡¿Entendido?!

Se escucharon algunos débiles “sí, profesora”, mientras otros pocos no hacían más que asentir.

—Ustedes tres…—uno de los profesores que había llegado a detener la pelea se dirigió a los últimos que habían estado “haciéndose los galanes” —a la dirección. —por medio de un gesto, les indicó que lo siguieran.

De a pocos, la cafetería comenzó a despejarse. Ahí, Luzmaría y Danna se dieron un nuevo y sentido abrazo, al que segundos después, unieron a Jorgito como muestra de agradecimiento por la manera en que se la jugó para que las dejaran en paz.

---

CIUDAD DE MÉXICO

—¡Diegoooo! —gritó, tras despertar y encontrarse sola en la habitación.

Impropia PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora