Emociones

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En silencio, observó la flor rojiza que se situaba en el cabello de Ace, tan cálida y elegante al mismo tiempo, Marco no pudo evitar sentir como su respiración se atoraba.

"¿Qué?" Preguntó Ace, con la misma vergüenza y timidez que siempre le miraba. Marco parpadeo desprevenido, casi como si verlo lucir el contraste entre lo rojo, la oscuridad de sus mechones y la palidez de su rostro fuera algo digno de sorpresa, pero la verdad es; Ace siempre había sido tan bonito en todos los sentidos.

"Nada." Murmuró Marco todavía embellecido mientras se tragaba un jadeo. "¿Nos vamos?" Sentía un nudo en su garganta por cada palabra, con su corazón latiendo a mil por hora.

Si podría pensar en algo, sería únicamente en Ace, solamente en él. Entonces todas sus inseguridades parecía tan pequeñas en ese momento.

"Sí." Respondió Ace. "¿Te gusta?" Preguntó señalando la flor. "Izo dijo que se vería bien, pero no estaba seguro."

"Lo hace." Dijo Marco entrecerrando su mirada hacía el hibisco rosa. "Es muy bonita."

Las mejillas de Ace se ruborizaron. "¿Tú crees?" Ace jugueteo nerviosamente con sus manos.

El resto del camino se guio básicamente de sonrisas tontas y risas nerviosas. Siguiendo el camino, Marco observó como los pequeños puestos a su alrededor empezaban a ponerse conforme al ver la puesta del sol.

El restaurante que Marco había elegido era uno familiar; no es que no quisiera llevar a Ace a un lugar elegante y romántico, pero creía que al pecoso le gustaría un ambiente más relajado y con menos ojos que les observaran. Así que se alisto con su camisa morada favorita, se puso su mejor perfume y eligió el pantalón que mejor le asentaba. Cabe decir que Thatch nunca paro de reírse con cada uno de sus comentarios nerviosos que arrojaba cuando pensaba que nadie lo escuchaba.

No sabe exactamente lo que le impulso a pedirle al azabache una cita, simplemente sucedió, tal vez había sido la duda planteada por Izo o tal vez fue la sensación de malestar y celos que hirvieron al ver a otros interesarse en Ace. No sabía después de todo, pero la furia encapsulada al ver una pequeña pastilla en la bebida del pecoso y el rostro oscurecido de Izo fue lo suficiente para motivarlo a seguir adelante de alguna forma.

Puede que al final de cuentas, su sentido protector fue quien realmente alerto a las demás alarmas de su cerebro y lo empujará a enfrentar sus miedos; después de todo, la adrenalina y el miedo son emociones compartidas que al mismo tiempo te impulsan hacer cosas que nunca harías sobrio.

Pero dentro de todas las cosas estúpidas que pudo llegar hacer, no se lamento en lo absoluto de haber invitado a Ace. Aunque todavía quedaban asuntos de los que hablar, por primera vez escucharía a Izo en cuanto a su relación y daría el primer paso.

"¿Crees que sea adecuado mi atuendo?" Preguntó Ace mirando la entrada del restaurante. "No se si estoy siendo adecuado"

"Estas perfecto." Dijo antes de empujar la puerta. Ace venía con una camisa negra que por un momento hizo que Marco se atragantara, un par de shorts que reconoció inmediatamente y de igual forma sus ya conocidas botas. Era algo simple, pero atractivo.

Marco se sentía afortunado en tantas formas, no había forma alguna que otros supieran cuanto su corazón saltaba de felicidad por cada paso que daba. Había pasado un largo tiempo, pero por primera vez en su vida había sentido la ansiedad de estar tan cerca de alguien.

Su vida amorosa siempre había sido demasiado abierta, carente de seriedad. Muy pocas veces llegaba a algo más con alguien, pero cuando lo hacía, era como si todo su persona renunciara a otros y solo aceptará a esa persona. Thatch bromeaba con que eran sus instintos de pájaro y Marco, como siempre, lo arrojaría por la borda por decir estupideces.

Stay GoldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora