Padre e hijo

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Ace respiró profundo, la frialdad del metal en sus manos se retorció ante las pequeñas llamas que bailaban en sus palmas, mientras que las nubes se aproximaban profundamente por encima de él.

El solido ambiente alrededor de la cubierta se había convertido en una llama más dispersa, con los murmullos de un lado y los nervios consumiendo sus espaldas. Casi se podía respirar la ansiedad en la escena.

Ace pensó en las miradas sutiles de los comandantes y en el último apretón que le dio Marco antes de dejar la sala. El rostro de Pops estaba tan serio que Ace pensó que tal vez había hecho algo malo, pero la mirada entristecida le renegó tal opción.

Los cuadros gigantes de la sala de reuniones le dieron la impresión de como si se tratará de un enano, pequeño e indefenso y aunque las pinturas con el mar azul y refrescante le animaban, todavía se sentía extraño al estar sólo en la habitación.

En ese momento, la habitación se encontraba ensombrecida y su padre parecía renegado en hablar, con una expresión complicada y un silencio cómodo. Las intravenosas salían de su cuerpo y parecía tan frágil como tan fuerte.

Ace respiró pensando en ello, las inyecciones y medicinas no parecían nunca decaer mientras estuviera Pops en el barco. Las enfermeras no se veían como si fueran a fallar en algún momento, regañando incluso al mismo emperador si este se atreviera a desobedecerlas.

Anteriormente Ace solía reírse en el fondo de ello, teniendo a este hombre tan gigantesco y fuerte, pero siendo tan débil por los demás. Era algo entrañable y curioso de presenciar, pero a la vez tan cálido cuando fue el quien recibio tal afecto.

En el pasado, la figura de su padre se veía tan imponente y fuerte, actualmente seguía viéndose igual pero con una capa más dulce por encima. Ace lo admiró tanto por eso.

Los vínculos que formo con su padre eran de los más preciados que Ace había tenido en años, después de Luffy y Sabo. Para él, formar una conexión tan genuina le hizo sentirse aceptado y querido, algo que solo sus hermanos habían logrado hacer.

En un mundo donde todos te odian, la sonrisa genuina de alguien se sentía como un abrazo.

Pero en consecuencia había ciertas cosas que serían difíciles de afrontar. Aún con los recuadros tratando de suavizar el aire y la suave alfombra debajo de sus pies, pudo sentir el conflicto en la mirada de su padre.

En ese instante, Ace se dio cuenta de algo más en aquella mirada entristecida.

Cuido a su hermano durante años y años, sintiéndose fuerte y vivaz, el protegía a Luffy y así fue como eran las cosas y así es como se vio a si mismo durante mucho tiempo, pero durante el transcurso del tiempo y en conjunto de su nueva familia, casi podía sentir el efecto inverso hacía él.

Ace siempre fue el hermano mayor, hasta que ya no lo fue. Para los demás, que tenían décadas de experiencia en la vida, Ace tan solo era su más pequeño hermano menor.

Pero lo más importante, era qué para su padre, era el más joven de todos sus hijos.

"¿Me habías hablado, Papá?" Preguntó Ace tragándose los nervios que se sacudían en su garganta.

Barbablanca le observó, con la mandíbula tensa y la mirada indecisa, una última decisión desplazándose por sus ojos le hizo responder y asintió.

"Supongo que ya sabrás de que fue la reunión previa a ésta."

Y en una respiración, supo a donde iba todo esto.

Su padre extendió su mano hacía él, dejando que Ace se subiera en su palma, si él quisiera podría aplastarlo en tan solo un segundo, pero en cambio solo lo acerco y acarició su cabello con suavidad.

El brillo en los ojos de su padre le brindó confianza y amor, dejando que sus hombros se relajaran ante su mirada.

Barbablanca soltó una pequeña risa.

"Ustedes los más jóvenes crecen tan rápido y tan fugaz, me recuerdan a una vieja era donde fui tan ingenuo como los demás."

Ace resopló. “No creo que hayas sido tan impulsivo, pops." A lo que el emperador le sonrió traviesamente.

"Nunca digas que no, le provoque un par de grandes dolores de cabeza a Sengoku durante sus días de gloria." Dijo Barbablanca con orgullo, la expresión vivaz y risueña se fue esfumando lentamente antes de cambiar a una más nostálgica. "Pero fui demasiado descuidado y los herí a ustedes en consecuencia."

La sonrisa pequeña de Ace se deslizó de su rostro, volteando a ver a sus manos, Ace respiró y exhalo consecutivamente. "No fue tú culpa, Pops." Dijo Ace. "Le diste tú confianza a alguien y esa persona la utilizó en tu contra, nadie debería ser culpado más que aquel que lo hizo."

Barbablanca negó nuevamente. "No habló solo de eso, Ace." Dijo con lentitud. "Haruta, Izo, tú..., debido a mi propia debilidad no pude controlar la situación y los deje caer en esos sentimientos tan oscuros que los persiguen ahora mismo. Lo siento, hijo mío."

"Nunca me decepcionarás." Respondió Ace. "No necesitas disculparte por nada, lo entiendo más que nadie."

Barbablanca entrecerró sus ojos y sonrió levemente. "Incluso si es así, lamento haber criado tal estúpido hijo que nos haya dejado tal marca en la vida."

Ace hizo una mueca. "Llame hermano a alguien que pudo matarnos, no estuve tan lejos de ti después de todo." A lo que el emperador soltó una carcajada.

"Sin importar lo que digas no me dejaras tomar responsabilidad de esto ¿No es así?"

Ace sonrió con picardía.

"Tal vez te juntaste demasiado con Marco últimamente." Respondió con el mismo grado de picardía en la sonrisa, haciendo que las mejillas de Ace se colorearan.

"Tal vez tengamos esa charla luego." Dijo Ace riéndose con nerviosismo.

"Tal vez... aunque tal vez podrías llevarte a ese pájaro contigo, no parecía estar muy contento dejándote ir solo."

Ace se río. "Puede ser ¿No extrañarás que te de jugo en vez de cerveza por las mañanas?"

"No lo hare, pero de seguro lo harán las enfermeras."

Ace negó con diversión.

"Y también a tú hermano, Deuce. Podrías llevarlo contigo si te es necesario."

Ace tarareo. "Se lo comentaré."

Barbablanca lo observó en silencio por unos momentos más, casi como si estuviera grabando su recuerdo para el resto de su vida. "Cuídate, hijo."

"Lo hare, Pops."

"No dejes que tu propia llama te consuma."

Puede que el sentimiento de ser ahora al que protegieran le abrumara un poco, la sobreprotección se sentía palpable en los ojos de su padre y casi pudo decir que en sus labios todavía seguían dudas no habladas.

Lo entendía en cierta manera, Ace había sentido la misma precaución cuando dejo a Luffy en la isla; solo, con todo tipo de animal salvaje que podría comerlo y no hubiera nadie que lo sacara de la boca de un caimán. Pero al momento de irse y mirar hacía atrás por última vez supo que todo estaría bien.

Así que en el momento de partir, Ace estaba seguro de que no dejaría el Moby sin ningún rumbo y que tarde o temprano regresaría a su hogar.

O su hogar iría por él.

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