Incertidumbre

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La ansiedad carcomía sus músculos, enterrándolos en un baraño de nervios enredados entre sí y una respiración que se apañaba de largos suspiros y breves inhalaciones tratando de aferrarse al poco control que tenía sobre su cuerpo.

Era imposible controlar los temblores, sintiendo su pecho aplastarse contra su propio cuerpo, tirándole hacía abajo, sofocándolo. Incluso su mente seguía repitiendo la misma secuencia de números que había aprendido para controlar esos ataques, pero sin importar cuanto, la ansiedad no disminuía.

Si pudiera describirlo, se sentía como aquella ocasión cuando los piratas de Bluejam los habían encerrado a él y a Luffy en las llamas, solos y con un montón de fuego y piratas dispuestos a matarlos.

La realización de lo que venía  en las cajas era lo que más había dolido, pero la adrenalina en su sangre de aquel momento lo distrajo de sobre pensar en ello, pero ahora no había un peligro instantáneo por el cual sintiera la necesidad de empujar sus sentimientos hacia un lado y luchar.

Pero su cuerpo definitivamente le estaba jugando una mala broma, porque cada señal de advertencia estaba puesta en sus músculos, en su pecho y en su cerebro, como si le estuvieran tratando de indicar que algo malo estaría a punto de pasar, pero no podía entender que.

Incluso si buscaba respuestas, todo volvería a los días anteriores, al insomnio de la incertidumbre, al miedo de perder a su hermano, al desbalance emocional que seguía perpetuando en sus sueños y que se escurría en sus pensamiento.

Era como estarse ahogando en un vaso, pero el vaso sería demasiado grande hasta sentirse como un océano, donde solo podía ver hacía afuera, pero no moverse adentro. Ace recordó las memorias pasadas, todos esos miedos y preocupaciones que pudo percibir en su familia antes de irse, la leve y oculta duda de su padre que muy en el fondo se encontraba indeciso sobre su decisión, el miedo de Marco cuando le sujeto fuertemente entre sus brazos y le murmuro suavemente que regresaría por él incluso si Ace no regresaba.

Recordaba la furia de Izo, esa tristeza que le perpetuaba intensamente en sus ojos, derritiéndose en su maquillaje, tan intenso como si fuera un samurái decidido a derribar un enemigo, a quemarlo y reducirlo a cenizas. Era inquietante la calma con la que el geisha venía, tan callado y tan frío a comparación de su hermano que siempre le brindó una aura más cálida.

Incluso Deuce que siempre lo había apoyado, se encontraba dudoso del estado mental de Izo, caminando en puntillas cada vez que hablaba con él y reduciendo su rol a observar la dirección por donde se encaminaban.

Diariamente enviaba mensajes a Marco actualizando su situación, respondiendo dudas de los demás en el barco y haciéndole saber si en algún momento necesitaría su ayuda. Ace lo extrañaba, pero la tripulación se encontraba en un momento crítico y no podían dejar ir a su vice capitán.

Marco siempre les brindo la estabilidad en momentos donde todo parecía perdido y que este se fuera solo haría que la negatividad en el barco los hundiera en las profundidades del océano.
Ellos los necesitaban más que Ace, incluso si este último sentía que su cama se volvía cada vez más fría.  Al final de cuentas, Marco era el hermano mayor de ellos y en momentos donde la debilidad se veía más expuesta, necesitaban una mano donde aferrarse.

Con el fuerte viento soplando en el mar, quien sabe quien más podría aprovecharse de su estado tan vulnerable y también, alguien necesitaba constantemente cuidar a Thatch, especialmente después de que Izo decidiera acompañarlos después de reflexionar por un largo tiempo.

La sangre le hervía del disgusto, con las lágrimas formándose en sus ojos, el sentimiento tan doloroso de la traición ardía como un carbón encendido en su piel y aunque Ace es de fuego, a veces las peleas en la terminal se ponían demasiado violentas.

La cuestión yacía más en su cabeza, sus instintos repentinamente quisieron huir y marcharse a casa, pero los relámpagos y la lluvia cayendo le recordaron donde se encontraba y un sentimiento de culpa y vergüenza le invadió.

Habían hablado de sus siguientes acciones, lo habían pensando seriamente que hacer y aún así en ese momento se sentía como si un arrepentimiento efímero apareciera en su cabeza. Por más que intentara sacudirlo, lo hundía más y le exasperaba más.

Ace tan solo quería gritar y maldecir a los cuatro vientos por ponerlo en esa posición tan complicada, de haber maldecido a su familia con un bastardo tan ingrato que se aprovecho de la amabilidad de su padre y la uso a su favor.

Le repugnaba y quería desollar a la basura infeliz que les había quitado tanto en tan poco tiempo, su cuerpo se tensaba con tan solo pensar en ello y le hacía querer tan solo sacar al striker y viajar rápidamente hacía dónde sea ese ser se haya dirigido.

Deuce había indicado varias islas a las que se les había vista alrededor, siempre dejando un caos por detrás, con rumores despegando de su partida de todas las victimas que habían dejado en cada lugar.

Y el nombre de  》Barbanegra《 que empezaba a resonar en los cuatros mares.

Nadie pudo ocultar su incomodidad hacia el nombre y la similitud con el seudónimo de su padre, era obvio que había sido apropósito y le daba asco pensar en que aquel bicho raro quería que directamente se le relacionada con ellos. Algo se traía y le seguía presionando los nervios con cada noticia que salía de él.

Deuce le había comentado de que él  tipo había estado siguiendo un tipo de patrón descoordinado, iba y atacaban reinos sin ninguna explicación y se marchaban tal cual como venían.

El primer reino en sufrir las consecuencias mas atroces, fue un pequeño reino cerca de las corrientes que recorrían hacia Arabasta. Su pequeño bote se había encaminado hacía él sin ningún tipo de señal mientras esperaba nervioso en su habitación y habían llegado más rápido de lo esperado al momento que Izo chiflo e indico tierra a la vista.

Aunque mas que tierra a la vista, el paisaje lleno de montones de nieve les recibió a gran escala, con montañas tan altas como las nubes y los habitantes tan ansiosos como Ace mismo.

Entonces cuando los gritos de los hogareños cesaron en la orilla de las rocas y las pistolas se apuntaron a ellos, Ace supo que habían llegado al lugar correcto.

Habían por fin llegado después de tres días y dos noches,  al reino de Drum.






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SE QUE HA PASADO CASI UN AÑO😭

Es solo que no he tenido inspiración y la depresión más la universidad me ha tenido agotada en mj cabeza sin saber como continuar, esto lo escribi en un destello de inspiración, así que si hay algunas partes raras porfavor indicame ai es asi!

Si sigues leyendo le historia a pesar de todo, te doy un gran abrazo y agardecimiento que a pesar del tiempo sigues aquí.

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⏰ Última actualización: Jul 27 ⏰

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