Cafe

519 79 8
                                    

"¿Entonces?" Preguntó Izo, sintiendo la sangre hervir. "¿Quién fue?"

Curiel suspiró. "Prométeme que no harás nada imprudente."

"Curiel." Declaró Izo. "No volveré a preguntar."

Todo el mundo sabía que no había cosa más estúpida que provocar la ira de Izo, incluso los propios vicealmirante de la marina le tenían miedo y respeto por el tipo de nombre que se había hecho.

Izo era veraz, fuerte y muy capaz de hacer lo que prometía, nunca extrañó que con tal experiencia y velocidad formara parte de los comandantes de Barbablanca. Es por eso que raramente las personas buscarían algún problema con el.

Aún así, Curiel dudaba, ya habían tenido problemas con mantener a Ace en sus cabales, ahora no querían tener que lidiar con otra situación de alto riesgo.

"Bien." Dijo Curiel haciendo una mueca. "Fue Teach."

El silenció los rodeo por unos segundos, antes de que Izo respirara profundo y apretara sus puños. Curiel tuvo miedo que se lastimara las manos, pero al Geisha poco le importó.

"Necesitó unos minutos a solas." Tragó fríamente. Curiel asintió no muy convencido, pero esperando que ayudará a calmar a su amigo.

De todas las personas, probablemente fue Izo quien la paso peor de todos. Su pareja estaba al borde de la muerte y no podían hacer nada excepto estar al pendiente de lo que sucedería de ahora en adelante y tener fe en el chef, Curiel no se imagina la impotencia que Izo tenía en ese momento.

Después de tantos años, él uno con él otro, debía ser una tortura sentir como tu alma gemela se desvanece poco a poco. Curiel se sentía mal por sus hermanos en general, pero podía llegar a empatizar más con la situación del geisha más que nada.

Así que tragando, se levantó de la silla y volteando a ver al cuerpo inconsciente de su hermano, salió de ahí.

Izo no había salido de la enfermería desde lo ocurrido; no quería comer, ni dormir, tampoco se tomaría una ducha incluso si se lo dijeras, era como si todo su sistema se pausara y solo obedeciera la orden de seguir al lado del castaño.

Curiel entendía el sentimiento de pérdida, el mismo pudo verse en esa misma situación años atrás y el dolor que conllevaba dejar a alguien de tal manera, es por eso que no comento nada del asunto y solo siguió por su camino.

Porque no había nada peor que un corazón roto, forzado a serlo.

...

Si podía imaginarse en un futuro, a Izo le gustaría tener a tantas personas junto a él.

A sus viejos amigos, a su hermana, a las personas que lo acogieron y cuidaron mientras bailaba en las calles frías y sucias de Wano, a Oden, incluso a Roger en cierta forma.

Las dulces memorias vividas mientras luchaban junto a su padre contra la tripulación del rey de los piratas hacían placeres en su corazón, recordando las risas de sus compañeros y la adrenalina corriendo por su sangre.

Puede que de un momento a otro todo se terminara y desapareciera como un viejo polvo en un libro, pero él las seguía recordando con anhelo y pudor.

Pero la vida seguía y nuevas personas llegaban y Thatch llegó, con una sonrisa llena de sinceridad y un traje estúpido buscando impresionarlo con su nuevo peinado y miles de expectativas.

En ese entonces, solo eran un pirata con una recompensa mínima buscando una buena noche y un conserje de un restaurante famoso tratando de subsistir.

Nada del otro mundo, Izo no le intereso Thatch en ese momento, no cuando le deseo buena suerte con su cita y no cuando le ayudo a levantar su bolso del suelo cuando alguien lo empujo por accidente.

Tal vez Izo no le intereso mucho Thatch tanto al inicio, pero solo los cielos sabían cuanto se había reído cuando el pompaudor azotó con el trapeador en la cabeza de su cita cuando éste último menospreció su maquillaje y lo llamó de forma despectiva.

Thatch no gano mucho y perdió todo; perdió su trabajó, le arrojaron una cacerola de fideos y su cabello se arruinó. Izo nunca entendió su intención de arriesgar tanto por defenderlo, le confundió ver a alguien del mundo exterior estar tan determinado a agradarle.

"¿Por qué hiciste eso?" Preguntó Izo confundido, ayudándole a limpiar su copete de la salsa de fideos. Una parte de él se sintió culpable por lo sucedido, por lo que en ese momento, decidió ayudarlo, en el medio del muelle, con la luna en el cielo y las olas chocando contra la arena.

Thatch simplemente sonrió y dijo. "Pero te reíste."

Puede que haya sido una señal que no era alguien normal, pero Izo nunca le gustaron los tipos normales.

Todo era tan reciente en ese entonces; las noches de augurios, el dolor en su pecho por las perdidas, las inseguridades en su mente, pero dentro de todo el desastre que Izo era, Thatch siempre estuvo ahí.

Incluso cuando lloraba, Thatch fue quien le limpio las lágrimas en medio del amanecer o cuando sentía que se derrumbaba entre sus responsabilidades, una sonrisa y un café de medianoche siempre le hacían sentir mejor.

 Era una paz cálida, silenciosa, sin necesidad de restregar o anunciar los sentimientos al aire como uno esperaría que fuera.

Thatch respetó sus límites y no lo apresuró a aceptar nada, ni siquiera se dieron cuenta que con el paso del tiempo ambos se habían convertido en algo más allá de la amistad o compañerismo y a final de cuentas, Izo no podría haber estado más feliz por ello.

Siempre dónde estaba Thatch, estaría Izo y viceversa, complementándose, como un bonito poema.

Tal vez por eso no podía creer lo que estaba pasando, ni cuando rompió en llanto sobre la cama maldiciendo a todos los dioses de ese universo por casi quitarle a una de las últimas personas que lo conocían por completó. Sin escuchar su risa estruendosa y amable pidiéndole que no piense demasiado, ni el aroma a pan y café que lo consolaba en los días fríos.

Porque Thatch siempre había sido así, pero ahora el no estaba e Izo no tenía idea como seguir viviendo con eso. No cuando cada parte de él gritará que no se soltará y se aferraba hacia el cuerpo del castaño, con la esperanza de que en cualquier momento abriría los ojos y bromearía con alguna tonta broma de papá.

Pero Izo se reiría, como cada vez que lo hacía y lo abrazaría entre lagrimas mientras le brindaba un tierno beso agradeciendo a su estúpida suerte y capacidad de afrontar situaciones difíciles.

Thatch le había enseñado tantas cosas ¿Ahora cómo se suponía que Izo viviría sin el?

Es por eso que la rabia de su corazón lo azotó, con tal furia y desempeño, rugiendo por su sangre, latiendo en sus huesos, buscando algo que lo absorbiera, o mejor dicho alguien que lo hiciera.

"Por favor." Murmuró Izo apoyando su frente sobre los nudillos de su pareja. "Solo por favor no me quites a alguien más."

No podría soportarlo.

//

Adivinen quien recayó en el covid jaja.

Siempre he pensado que Izo ha tenido tantas malas experiencias que es inevitable que el pobre no tenga algún trauma y Thatch es Thatch, para mi es un caballero con todas las palabras y dice bromas de papá, no importa lo que otros digan.

¡Gracias por leer!

Stay GoldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora