Conversaciones incómodas

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La vida de Ace siempre fue guiada por un remolino de emociones, algunas más intensas que otras y con un rayo de sensibilidad que lo hacía trasparente al resto.

Era fácil provocarlo y más siendo consciente de sus problemas de ira.
No podían culparlo, después de todo, creció en un ambiente donde el portar armas era normal y escuchar a otros maldecirte era el pan de cada día, así que su manejo de emociones se deterioró con el tiempo.

Claro, aprendió a ser un buen hermano mayor en base a las circunstancias que vivió y tuvo que calmar su temperamento explosivo por el bien de su hermanito.

En ese entonces no lo vio como un sacrificio del cual arrepentirse, era el futuro de Luffy quien estaba en juego y Ace quería darle lo mejor que tenía de si mismo, es por eso que su naturaleza protectora se desarrolló en torno a su personalidad y lentamente podía sentir los rayos de posesividad en su persona por mantener a su hermano fuera del peligro.

Sin embargo, Luffy seguía siendo Luffy y Ace lo conocía muy bien, por lo que el caos siempre lo seguía a donde sea que fuera el niño, entonces tuvo que cambiar de estrategia y en vez de evitar que se metiera en problemas, lo sacaba de estos mismos.

Su infancia consistió en eso, cuidar de su hermano, casar animales gigantes e ignorar todas sus recurrentes crisis existenciales, realmente no tuvo un tiempo para explorar sus propios gustos ni generar sus propias dudas.

Lo más cercano que llegó a tener a una infancia despreocupada fue cuando Sabo estaba con ellos y se divertían molestando a Dadan y jugando en el bosque, aunque claro estaba que eso se acabo cuándo el rubio murió.

Amaba a Luffy con todas sus fuerzas, se sacrificaria sin pensarlo dos veces si el de goma estuviera en peligro, pero aún así le hubiera gustado tener un tiempo para si mismo, sin tener que escapar de lo que sea que estuviera persiguiendo al menor en ese momento.

Es por eso que ahora en el Moby Dick, con cientos y cientos de hermanos mayores, se sentía como un niño consentido en busca de aprobación
y puede que tal vez realmente lo fuera.

Ace era vulnerable en todas las formas posibles que pudieras ver, sus emociones eran tan obvias para el resto de sus hermanos como el cielo mismo y tampoco ayudaba que fuera un mentiroso pesimo (Cortesía de Luffy y los bandidos).

Entonces ahí estaban, con él sentado en su mesa habitual para comer junto al resto de los comandantes observandole como si tuviera algo el cara.

Eso solo significaba que pasaba algo con su persona que ni siquiera el mismo se había dado cuenta, pero que el resto sí y como los sobreprotectores hermanos mayores que eran, estaban preocupados por su estado y no tuvieron más opción que acorralarlo en su tiempo más docil. La comida.

Hace tiempo leyo en un libro acerca de una bola mágica que te recordaba cuando olvidaste algo y se tornaba de un color en específico, el problema con el objeto es que nunca sabías que fue lo que olvidaste y solo sabías que lo habías hecho.

Ace se sentía exactamente así en esos instantes.

Trató de enumerar su comportamiento de los últimos dias.

Hizo sus deberes los días que le tocaron, ayudó a Thatch en la cocina cuando se lo dijieron, ni siquiera se cayó al mar más de lo habitual y le dijo a Marco cuando Pops estaba tomando a escondidas de él.

Todo había estado bien ¿Entonces cuál fue el problema?

Se removió incómodamente en su asiento y se aclaró la garganta.

"¿Entonces...ocurre algo?" Preguntó y el resto de los comandantes desviaron sus miradas como si algo les quemara de la nada.

"En absoluto." Dijo Thatch con una risa nerviosa, Ace sólo resopló ante la obviedad de sus compañeros.

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