Capítulo 4

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Kara se despertó poco a poco, sus ojos se sentían pesados y su cuerpo estaba muy caliente. Había sido herida por una trampa enorme y oxidada. Se tocó la cabeza despacio, tenía el corazón acelerado.

¿Dónde estoy?

Miró alrededor, estaba en la cabaña, justo en la cama. Miró su pierna, la herida estaba ahí pero le dolía muchísimo menos. Kara sonrió recordando que una mujer de cabello negro la había salvado. —Tengo que...agradecerle, quien quiera que haya sido.—suspiró frustrada.

En cuanto la loba se percató de que ella había despertado llegó corriendo a saludarla con lametones en la cara.—Cierto que tú me salvaste también, preciosa—sonrió—Aunque te veías enorme, creo que deliraba por el dolor—la acarició con amor—eres una chica muy especial.

Kara intentó levantarse pero su fiebre se lo impidió por completo, se sentía mareada todavía pero aún así debía hacer el esfuerzo.

La loba por su parte se subió a la cama y comenzó a lamerle la herida.

—¡Hey no, eso no se hace!—Apartó a la loba pero el animal no se movió ni un centímetro hasta que no hubo lamido exhaustivamente la herida—¡Que te apartes te— Kara movió su pierna confundida— Ya no duele...no duele nada...—miró a la loba descolocada y después volvió a mirar su pierna. 

Ahora sí podría levantarse, y eso hizo, se levantó y corrió a por algunas pastillas para el dolor y un par de antibióticos, pero todavía tendría que ir a atenderse con un médico debido a que la trampa estaba oxidada y sabría dios, aunque no lo estuviera esas cosas no eran precisamente limpias.

Se tomó las pastillas con un poco de agua y volvió a acostarse, tenía mucho frío y se sentía muy cansada, ni siquiera pensó en vendar su pierna, la dejó así mismo y se tapó con los edredones.  Todavía sentía frío, probablemente por la fiebre.

—Dios no quiero levantarme a prender la estufa—dijo frustrada y adormilada.

Como si sus plegarias de entrar en calor hubieran sido respondidas la enorme loba se subió a la cama y se recostó con ella, proporcionándole todo el calor necesario.

Cálido, es tan cálido.

Kara lo pensó, había sentido la misma sensación cuando la rescataron, encontraría a esa mujer costase lo que costase, debía agradecerle apropiadamente.

Abrazó a su compañera canina y suspiró quedándose dormida.

**(coloco edit culero que hice en menos de cinco segundos para que se den una idea)**

Cuando Kara volvió a despertarse ya era media tarde, la despertaron unos golpes en la puerta delantera de la cabaña

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Cuando Kara volvió a despertarse ya era media tarde, la despertaron unos golpes en la puerta delantera de la cabaña. La rubia suspiró, no quería levantarse, definitivamente quería quedarse en cama con su estufa canina personal.

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