II

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El helado de vainilla perdió su dulzura,
se tornó amargo, un sabor de desencanto,
salado como las lágrimas de los fines de semana,
cuando tus excusas tejían una red, una farsa.

No era la única estrella en tu cielo encantado,
éramos un zoológico, un coro de voces cautivas,
pero me susurrabas, con una sonrisa ensayada,
que yo era la joya, la predilecta de tu colección.

Sicofante, heredero de Judas, maestro del engaño,
en aquel entonces, la verdad era un velo difuso,
no podía imaginar, entre halagos y miradas,
que éramos piezas de un juego, trofeos sin alma.

Nos despojaste del nombre, nos llamaste "bonitas",
obras de arte en tu galería de vanidades,
pero el arte respira, siente, y finalmente ve,
y en el reflejo de tu traición...

Nos despojaste del nombre, nos llamaste "bonitas",obras de arte en tu galería de vanidades,pero el arte respira, siente, y finalmente ve,y en el reflejo de tu traición

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