Sicofante, abriste heridas que ya estaban cerradas,
me enseñaste que el amor era sinónimo de destrucción
y que mi belleza no me hacía especial,
me hacía ingenua.
Sicofante,
no eres como los demás,
nadie se hubiera atrevido a tanto,
fuiste una extens...
¿Alguna vez te enamoraste, sicofante? ¿Alguna vez lo sentiste?
El calor del sol en un día nublado, la música sonando con el equipo apagado, la sonrisa más brillante en medio de la oscuridad. Y dime, ¿qué tanto tenías que destruir para descubrir que no podías amar?
Sicofante, todavía tengo en casa todo lo que era tuyo: el plato y los juguetes de Canelo, el suéter que te tejí para el invierno pasado, tu ropa, tus cosas, mi corazón, porque ese ya no me pertenece y solo late cuando alguien pronuncia tu nombre.
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