Sicofante, abriste heridas que ya estaban cerradas,
me enseñaste que el amor era sinónimo de destrucción
y que mi belleza no me hacía especial,
me hacía ingenua.
Sicofante,
no eres como los demás,
nadie se hubiera atrevido a tanto,
fuiste una extens...
Lograste convertir mis sueños en una pesadilla. Compraste los libros de cuentos que me gustaban, solo para destruirlos y enseñarme que en cada uno existía una villana.
Me vendaste los ojos, aunque ya los tenía vendados, y alumbraste con una linterna directamente sobre la venda, solo para hacerme creer que la luz era real.
Mi madre dice que ya te debo olvidar, que no eras para tanto, que como tú hay muchos, pero no, no quiero otro como tú. Quiero uno diferente, uno que sí aprecie mi arte, que le gusten mis textos y me llene la casa con notas adhesivas. Sicofante, ¿a quién engaño? No quiero a otro, te quiero a ti, a tus ojos almendrados, a tus besos mojados... a tus manos, y a la curva de tu mentón.
Quiero tus regalos, los libros de primera edición, las películas clásicas, tus tazas de café, y el aroma de tu perfume.
Sicofante, te odio, te odio por obligarme a olvidarte.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.