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He curado mi corazón las veces que hicieron falta,
con hilo y aguja,
hice una costura perfecta,
apreté con fuerza,
sangró,
pero la herida quedó bien ceñida.

Limpié con mis lágrimas la sangre que fue perdida,
hice de mi cuerpo un templo,
comencé a cuidarlo,
porque no tenía a nadie más a quien cuidar,
tú ya habías huido.

Sicofante, las heridas verticales fueron más fáciles de coser,
las horizontales se ahuecaron,
se pudrieron,
y de vez en cuando sangraban tus mentiras,
le pedí al doctor que por favor me diera una cura,
para dejar de chorrear la tinta de mis textos,
te estaba perdiendo,
por cada abertura, tú nombre se me escapaba.

Y las heridas que había ceñido,
por alguna razón,
comenzaron a descoserse.

Me desarmaba(s).

Me desarmaba(s)

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SicofanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora