XXXIII

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¿En cuántas bocas convivo?
Siempre me pregunto, cuál es el número real, cuántas chicas saben la realidad y cuántas se han reído de lo tonta que fui.

¿Con qué necesidad?, me hundiste en un océano al que nunca quise ir,
te supliqué en la orilla,
que no me empujaras,
que no sabía nadar,
y que el miedo que me daba el agua, era fatal.

Pero aún así te reíste,
y con malicia, me empujaste,
me hundía,
a manotazos,
y en busca de bocanadas de aire,
sentí que tiraban de mis piernas,
que me hundían,
reclamaban de mí.

Tú, en la orilla,
admiraste el acto del delito,
te reíste a carcajadas de mi desesperación,
y aún así no te bastó,
llamaste a tus amigos para que observaran cómo me ibas asesinando,
cómo el agua se me atragantaba en la garganta,
cómo tus mentiras inundaban mis oídos,
cómo la sal me cegaba la mirada,
y mis ojos, blanquecinos,
perdieron por completo la visión.

El agua comenzó a carcomerme desde adentro,
desgastando mis entrañas,
y escupiendo la historia que me enseñabas,
los peces se adentraron, tomaron de mi cuerpo,
el estómago,
y nadaron infelices en tus palabras.

Las mariposas huyeron,
en cuanto vieron que todo mi cuerpo se desmoronaba,
se fueron,
volaron a otro cuerpo,
a otra enamorada,
y se inyectaron en sus ojos,
para mostrarle una foto de tu rostro.

Sicofante,
ilusionista,
descubriste que era suficiente,
y te fingiste asustado,
tratando de sacarme de tu océano,
enredando nuestras manos,
y con fuerza,
con violencia,
salvándome del peligro,
que tú,
habías ocasionado.

Sicofante,ilusionista,descubriste que era suficiente,y te fingiste asustado,tratando de sacarme de tu océano,enredando nuestras manos,y con fuerza,con violencia,salvándome del peligro,que tú,habías ocasionado

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