III

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No lo sabes, pero he contado las tazas en tu repisa; tienes 32. Una de ellas es mía, un regalo de cumpleaños número 33, marrón, brillante, esmaltada.

Colorida como tu alma, tus ojos, tu voz.

Fue la primera y única vez que vi tu felicidad genuina. Me miraste como si nunca antes hubieras recibido un regalo así, y sé que era verdad; eran 31. De vez en cuando, conseguías una nueva, la comprabas en bazares, regateabas el precio y volvías a casa, radiante por la adquisición.

No hablo solo de tazas.

Es aplicable a todo.

Es aplicable a todo

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