Sicofante, abriste heridas que ya estaban cerradas,
me enseñaste que el amor era sinónimo de destrucción
y que mi belleza no me hacía especial,
me hacía ingenua.
Sicofante,
no eres como los demás,
nadie se hubiera atrevido a tanto,
fuiste una extens...
Entre lágrimas, dolor y sufrimiento, me pregunto en qué momento sucedió. ¿Cuándo? ¿Por qué?
En el estruendo del mundo, el silencio de tu soledad, de tu ausencia, me enfurece, destrozando todas tus pertenencias, quemando con desdén tus obsequios, y rogando al dios que veneras, que padezcas y sientas lo mismo que yo.
No merecía ni una fracción de tus engaños, Sicofante, debí preverlo, sentirlo y abrir los ojos a tiempo, terminar contigo, antes de que tú terminaras conmigo.
Sicofante, lo reitero, lo afirmo, eres un destructor, y eso no te hace merecedor del amor.
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