Sicofante, abriste heridas que ya estaban cerradas,
me enseñaste que el amor era sinónimo de destrucción
y que mi belleza no me hacía especial,
me hacía ingenua.
Sicofante,
no eres como los demás,
nadie se hubiera atrevido a tanto,
fuiste una extens...
Los días parecen menos alegres, sufro de dolor de cabeza, con los ojos hinchados de llorar tanto, la boca seca por los cigarrillos que fumo, y un vacío en mi pecho, oscuro, sangrando soledad a borbotones.
En mi mente resuena una pequeña voz, que murmura palabras, que me empuja a escribirte, a rogarte que vuelvas, sueños que se escapan por el rabillo del ojo, en mi cuello llevo la huella de tus besos, y en la espalda, las cicatrices de tus caricias.
Estoy inundada de recuerdos, de momentos, de situaciones, de personas, pero al mismo tiempo no tengo nada, me falta tu tacto, tu voz, tu presencia, y tu amor.
Me encuentro abandonada, recogiendo los fragmentos rotos, de lo que alguna vez existió, recogiendo en cada paso por la cocina, una anécdota distinta.
No he ido a trabajar, no asistí a las cenas familiares, huyo de los funerales, porque ya vivo en uno, no prendo la televisión, por miedo a que algo evoque tu nombre, y me haga caer.
No abro la alacena de las tazas, opto por los vasos, evito el color naranja y la ropa llamativa, sicofante, regálame un poco de ti, para poder sentir que aún estoy viva.
Y no solo existiendo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.