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Acabó la película y ya la sala se vaciaba mientras los créditos aparecían en la gran pantalla. Tuvimos que repetir el mismo proceso que al entrar, solo que ahora bajando. Una señora ayudó a Allen a bajarme por los escalones de la entrada y emprendimos camino a mi casa. Hacía bastante frío, algo normal hablando de que estábamos a mediados de enero. Mi cumpleaños llegaría pronto, lo que significaba mi primer cumple en silla de ruedas. Ya en el porche, debíamos despedirnos. No quería hacerlo. Mañana la vería en clase, no es que se fuera a la guerra, claro.

—Gracias por invitarme a una cita —murmuré.

—Voy a invitarte a todas las que quieras —sonrió.

—Se me olvidaba, ten —saqué mi cartera. Debía darle el dinero que ella y Allison me habían prestado.

—¿Qué te hace pensar que voy a aceptarlo? —se cruzó de brazos—. No quiero que me devuelvas nada.

—Pero... —intenté oponerme.

—¿Quieres devolverme el favor? —preguntó. Yo asentí—. Pues no es dinero lo que quiero.

—¿E-Entonces?

Mi corazón dio un vuelco cuando se agachó frente a mí, dejando su rostro a centímetros del mío.

—¿Puedes adivinarlo, Burst?

—C-Creo que sí...

—¿Y quieres?

¿Quiero? ¡Pues claro que quiero!

—Sí...

Su sonrisa aumentó. Podía sentir su respiración contra mi piel. Cerré los ojos cuando sus labios se posaron en los míos. Fue solo un instante, pero el tiempo parecía haberse detenido. El sonido de la puerta principal abriéndose de golpe me alertó. Seguro que era mamá. Pensé que Allen se separaría, pero su mano izquierda agarró mi mentón con suavidad, profundizando el beso. Se apartó segundos después y saludó a mi madre, que nos miraba como si hubiese visto un fantasma.

—Me voy ya —me dio otro beso corto, esta vez en la mejilla—. Buenas noches, señora, me alegro de verla.

—Bu-Buenas noches —parpadeó un par de veces, como si quisiera asegurarse de que en realidad había ocurrido lo que sus ojos presenciaron.

—Hasta mañana —agité mi mano, viendo cómo se alejaba caminando de espaldas, haciendo un corazón con sus dedos pulgares e índices.

Entré en casa y fui directo a mi habitación. No tenía hambre, tampoco sueño, ya no podía con ninguna otra emoción, nada que no fuera un revoloteo en el estómago. Todavía podía sentir sus fríos labios contra los míos.

—Cielo —mamá entró, aún en shock—. ¿Podemos hablar un momento?

—Ayúdame a tumbarme en la cama, por favor —pedí, reprimiendo una sonrisa boba.

—Claro.

Ya resguardado del frío, mamá comenzó a hablar.

—¿Estáis saliendo?

—No —suspiré—. Todavía no.

—¿Has besado a una chica sin estar en una relación con ella? —abrió los ojos con sorpresa.

Técnicamente me ha besado ella a mí.

—¿Qué tiene de malo? Tú te quedaste embrazada sin haberte casado.

—¡Eran otros tiempos!

—De hecho, ahora es normal que los adolescentes se besen con decenas de personas sin ser ni siquiera amigos, lo cual es un poco asqueroso —agregué.

—Tú no haces eso, ¿no?

—No, yo solo quiero compartir saliva con Allen —aclaré, sin darme cuenta del peso de aquella oración.

—Tienes la edad suficiente como para tener novia y hacer esas cosas —puso énfasis en sus dos últimas palabras. Entendí a lo que se refería y mis mejillas se encendieron.

—¡No quiero saber nada! —me tapé los oídos.

—Buenas noches, cielo —se rio, acariciando mi cabeza—. Descansa.

—Igualmente, mamá —sonreí.

Mi móvil vibró cuando cerró la puerta después de salir.

Allen❤️:
¿Estás despierto?
23:00 p.m. ✓✓

Sí y no tengo planeado dormir.
23:00 p.m. ✓✓


Allen❤️:
Deberías. Mañana hay clase, así que vete ya a la cama.
23:01 p.m. ✓✓


¿Qué haces despierta si tú también tienes clase mañana?
23:01 p.m. ✓✓


Allen❤️:
No puedo quitarme el beso de la cabeza, pero acabaré cediendo a Morfeo tarde o temprano. ¡Vete ya a dormir!
23:02 p.m. ✓✓

Sentí como mi temperatura corporal aumentaba al leer su mensaje.

Suenas como mi madre.
23:03 p.m. ✓✓

Allen❤️:
Puedes llamarme mamá si quieres
23:03 p.m. ✓✓

Contuve la respiración unos segundos  y apagué el móvil. No sabía qué responder y me ardían incluso las orejas. Acabé dejándolo en la mesilla y acomodándome para poder dormir.

D̶i̶s̶capacitadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora