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Narra Allen Hesley.

—Se me ha ocurrido que podemos ir a ese concierto de electrónica que propusimos y he buscado entradas en internet. Hay un concierto el dos de mayo en Lostlive en directo y quedan varias plazas —comentó, terminando de masticar un trozo de pizza—. Incluso firman autógrafos al final.

—El dos de mayo —repetí, entristecida.

Sentía una presión en el pecho al pensar en que mayo llegaría pronto, que estaba a la vuelta de la esquina y que nos darían las vacaciones de verano en un abrir y cerrar de ojos. Estaba realmente nerviosa y no conseguía reunir el valor suficiente como para contarle a Burst la verdad. Sólo tenía cinco días antes de que fuera inevitable.

—¿No te viene bien? Puedo buscar algún concierto el mes siguiente —sacó su teléfono, dispuesto a buscar esas entradas.

—Burst, tengo que hablar contigo sobre un tema... delicado —solté, jugando con el doblez de mi camisa, ahogando el nerviosismo en la textura rígida de los hilos.

—¿Qué pasa?

Por su tono, pude descifrar el miedo que escondía. El miedo que yo también compartía. El miedo a que esto se acabara.

—No pasaré el verano contigo.

Fue como quitarme el mundo de la espalda y soltarlo al fin.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Es que he hecho algo mal? Podemos solucionarlo, Allen. Hablemos, por favor.

Su expresión de preocupación y terror me partió el corazón.

—No, no has hecho nada mal, cariño —acaricié su pelo, con suavidad—. No es tu culpa y tampoco es que yo quiera.

—¿Entonces? —su mirada me pedía respuestas, unas que lo dejaran tranquilo y le demostraran lo mucho que lo quería.

—Mi madre ha accedido a entrar a ese centro psiquiátrico al que Noland intentó meterla a cambio de enviarme a un campamento militar desde mayo hasta septiembre —confesé, liberando toda la carga—. Mi padre biológico y ella se conocieron en el servicio militar y cree que me vendrá bien pasar un tiempo alejada de todo lo que quiero, lo cual suena absurdo. Además, los asuntos con la policía y el juez que ya iniciado la madre de Tasha se terminarán de tranquilizar en mi ausencia... Noland me lo ha prometido.

—¿Por qué no me lo habías dicho antes, Allen?

—Todo esto me resulta horrible, ni siquiera podía procesarlo hasta que fue oficial. Intenté decírtelo varias veces, pero no tenía valor suficiente. No quiero irme de tu lado, mucho menos en nuestras primeras vacaciones juntos, con tanto que hacer y tantos lugares que visitar... Créeme, cariño, no tengo otra opción.

—Campamento militar —repitió, forzándose a sonreír—. No suena tan mal. Seguro que puedes hacer amigos allí. Con lo fuerte que eres no creo que tengas problemas en un sitio así.

Me limpié las lágrimas antes de que salieran, escuchándolo con atención. Quererlo tanto a veces no me hacía bien.

—Tenemos móviles, ¿no? Podemos estar en contacto —su sonrisa apenada ahora parecía menos... apenada—. Y te enviaré cartas y dibujos, como se hacía antes. Y cuando vuelvas, cumpliremos cada plan de nuestra lista. No importa si es junio o septiembre, siguen siendo meses del año.

—Oh, cariño... —lo abracé con fuerza, sin querer volver a soltarlo—. Te quiero.

—Y yo...

Me separé para poder darle un beso.

—Pienso presumir de mi precioso novio con todos mis compañeros —aseguré, consiguiendo que sus mejillas se volvieran rojas—. Seré la envidia del campamento.

—Espero que no encuentres a alguien mejor que yo —más que divertido, sonaba aterrorizado.

—No es posible que haya alguien mejor que tú —sonreí—. Además, ¿qué otro chico se vestiría en público con un pijama de tiburón de una pieza?

—No creo que hayan muchos —soltó una risita.

—Eres el único, hoy y siempre.

—¿Me llamarás cada cinco minutos?

—No sé si el General de instrucción me dejará, pero te prometo que al menos tres veces al día.

—Y me tienes que mandar fotos para saber cómo estás.

—Eso se aplica también a ti, quiero dos fotos tuyas por día.

—Creo que no me habré hecho tantas fotos en mi vida —rio—. ¿Desde cuándo a cuándo será? Es decir, volverás para que empiecen las clases, ¿verdad?

—En un principio estoy apuntada desde mayo hasta septiembre. Voy y vuelvo el primer día de cada mes.

—Será el último año que estemos juntos en clase, aunque no coincidamos en todas las asignaturas. Después vendrá la universidad y... no nos separaremos, ¿no?

—Yo voto porque nos mudemos juntos.

—Una idea perfecta.

Cinco días hasta que tenga que irme. Tengo que decírselo ahora.

—Me quedan cinco días para irme —solté.

—¿Cinco? ¿Sólo cinco días? —la desilusión se apoderó de su mirada—. ¿Qué hay de los exámenes, Allen? Si no haces los de recuperación...

—Está todo arreglado —aseguré—. Terminaré el curso en el campamento y mis notas serán enviadas al instituto. Tendré una semana para estudiar allí antes de hacer los exámenes.

—Pero cinco días es muy poco, estaremos separados cuatro meses.

—Lo sé, sé que es mucho tiempo —suspiré—. Ya tenemos condiciones, ¿no? Así no estaremos tan solos.

—Tenemos que planear algo para estos cinco días —sonrió, recuperando el brillo de sus ojos—. Y hay que incluir a Allison, vosotras también os echaréis de menos y no quiero quitaros estos últimos días juntas. ¿Qué podemos hacer los tres?

Allison se va a poner muy contenta, casi tanto como lo estoy yo por tenerle.

N/A: capítulo cortito porque estoy trabajando en los siguientes. Siento la brevedad. Gracias por leer.

D̶i̶s̶capacitadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora