Narra Burst Cab.
La idea de que Allen se fuera en tan solo cinco días había roto los cimientos y sentía que el mundo se venía abajo. No quería decirlo así para que no me tomaran como un exagerado, pero se sintió así. Allen me había aceptado desde el principio y se había ganado mi amor rápidamente. Me quiere, me cuida y me protege. ¿Podría pedir algo más? Sí, que no se apartara de mi lado. Estoy seguro de que habría digerido mejor la noticia si ella quisiera ir, incluso la habría animado. Saber que en realidad no quería ir a ese campamento me dolía tanto como ser consciente de que no volvería a verla en cuatro meses. Las videollamadas o fotografías no serían suficiente. Allen Hesley Bridne es la mujer más maravillosa que he conocido y estar separado de ella me parece tan solitario... No tengo a nadie como ella a mi lado. Mi madre me aprecia, por supuesto, pero no es lo mismo. No es la misma forma de expresar cariño. Y ni hablar de papá y la abuela.
—Cielo, ¿estás bien? —mamá entró en mi habitación, sin tocar la puerta—. Llevas desde ayer sin salir, ¿qué te pasa?
—No me pasa nada —le sonreí, acomodándome la almohada—. Simplemente estoy cansado.
—¿Te duele, cielo? —su expresión se volvió una preocupada en cuestión de segundos, como si hubiera cambiado de máscara. Qué curioso.
—No, no es nada físico —respondí, volviendo a recostarme—. Estoy bien.
—Entonces... ¿Ha ocurrido algo con Allen? —se sentó en los pies de la cama, en el borde del colchón. Sonaba entre preocupada y triste. Supongo que a ella también le gusta la compañía de Allen.
—Va a pasar el verano entero en un campamento —confesé en un suspiro.
—¿Todo el verano?
—Desde mayo hasta septiembre —precisé.
—Pero estamos a veinticinco de abril... —repuso, apretando levemente los labios.
—Lo sé —me cubrí los ojos con el antebrazo para evitar la luz de la bombilla.
—¿Y vas a quedarte ahí tumbado en vez de ir con ella? —frunció el ceño, con tono severo.
—¿Qué? —me senté con ayuda de mis brazos. Me había pillado desprevenido.
—Venga, arriba —mr dio un golpe en la pierna que, naturalmente, no pude notar. Ni siquiera sabría que lo había hecho si no la miraba—. Arréglate, te llevo a su casa.
—Debería escribirle primero, no sé si estará en casa o si querrá que vaya...
—No busques excusas, Burst —me agarró con fuerza y me levantó para sentarme en la silla de ruedas.
No sabía si era lo seria que sonaba o que me había llamado por mi nombre pero me intimidó bastante. No buscaba excusas, era lógico que Allen no me estaría esperando a todas horas por si decidía presentarme en su casa.
—No busco excusas —me crucé de brazos—. Debería avisarla al menos.
—No te lo impido —alzó los brazos con inocencia—. Voy a plancharte una camisa, dúchate y ponte guapo.
—Vale, mamá —suspiré.
Encendí mi móvil después de estirar mi brazo hasta la mesilla para cogerlo. Entré en el chat de Allen y abrí los ojos con sorpresa al ver que estaba conectada. ¿A estas horas? Apenas son las diez de la mañana, tendría que estar durmiendo. Conociéndola, no debería haberse despertado hasta las dos de la tarde.
Buenos días, Allen.
10:06 a.m. ✓✓No sabía qué tenía que decirle, así que me asustó un poco que lo leyera tan rápido. Casi automáticamente.
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D̶i̶s̶capacitados
RomanceBurst, un chico de diecisiete años con una vida aparentemente perfecta, sufre un brutal accidente que lo deja en silla de ruedas. Sin creer tener un lugar en el mundo ahora que no es como antes, se encierra en casa para no ir a clase, perdiendo los...