2004
Desde hacía cuatro años Alfredo, acompañado en la mayoría de las ocasiones de su nieto, visitaba la ferretería de su barrio de la infancia una vez al mes. Disfrutaba tanto las charlas con su amigo, que la ansiada cita echaba por tierra cualquier otro plan que surgiera ese día.
Por su parte Alejandro, a punto de cumplir los 16 años, seguía encontrando la oferta tentadora. Tanto su abuelo como él sabían que no tenía nada que ver con el añoso Lautaro, pero ninguno hacía referencia a la dulce niña que colmaba la estancia de alegría cada vez que se hacía presente.
Melany, con sus 14 años recién cumplidos, también esperaba ansiosa esos encuentros. Desde hacía unos meses, lo que menos hacían era construir extrañas máquinas, asaltando cada rincón del local. Ahora, pasaban más tiempo charlando y jugandose bromas. Se esforzaba por llamar la atención del niño devenido en hombre que siempre intentaba hacerla enojar.
En ella algo estaba comenzando a cambiar. Sus compañeras de colegio habían comenzado a asistir a bailes, pero a ella eso no le llamaba la atención, o por lo menos no hasta ese momento. En el último tiempo había fantaseado con encontrar a Alejandro en alguno de esos bailes. Se imaginaba con un vestido negro corto que lo dejara sin habla. En su sueño ella lo miraba y le decía con una pícara sonrisa -¿Viste que no soy una nena? - Él la miraba de arriba a abajo y le ofrecía su mano, pero nunca sabía como terminaba ese encuentro, solía despertarse justo en ese momento y por más que cerrara sus ojos para volver, todo intento siempre resultaba inútil. Alejandro se había convertido en el centro de sus pensamientos. Si bien solo lo veía una vez al mes, o a veces más tiempo, esperaba tan ansiosa esos encuentros, imaginando conversaciones que nunca se daban como ella esperaba, que cuando llegaba el día era todo lo que le importaba en la vida.
En los últimos meses le costaba mostrarse auténtica, temía que se avergonzara de ella, por la diferencia de edad, no quería decir las palabras equivocadas y ni hablar de las vueltas que daba para elegir el atuendo adecuado. Aunque tampoco es que hubiera tanto para elegir.
Por su parte Alejandro, aún no terminaba de comprender por qué seguía asistiendo. Sabía que desde el día que la conoció había caído preso de esa mirada. Su frescura y desfachatez a la hora de señalarle un error lo divertían. Conocía sus caras de concentración cuando intentaba atornillar un cable con un diminuto tornillo, de rabia cuando algo no salía como esperaba y hasta el horario en que empezaba a estar hambrienta. Le gustaba hacerla enojar señalando que aún era una niña que apenas conocía la escuela secundaria o desafiarla con retos que ni él mismo se animaría a cumplir.
Las cosas en su vida habían comenzado a cambiar, tenía muchas fiestas con sus amigos, hasta se había animado a probar una cerveza, y aunque le había resultado lo más horrible del mundo, decidió continuar intentando para acompañar a sus amigos. Sabía de algunas compañeras que se desvivian por conseguir que las invite a salir y sin embargo, ahí estaba, otra vez por la Panamericana, discutiendo la formación de RIver con su abuelo, camino a ver a la pequeña que tanto lo hacía reir.
La última vez no había podido asistir porque tenía un partido de fútbol, en el fondo temía que ella estuviese enojada o peor aún, que no se presentara, pero la estaba comenzando a extrañar demasiado y por eso decidió correr el riesgo.
Ni bien las campanillas sonaron sobre sus cabezas Alejandro pudo escuchar su dulce voz desde la parte trasera del local. Le contaba algo divertido a su abuelo, quien escuchaba con una media sonrisa, mientras sostenía un mate con su mano. Al darse cuenta de quienes eran los recién llegados, Lautaro apoyó el mate sobre el mostrador y se acercó a su amigo.
-Pero miren quién ha llegado, ¿Y este hombre quién es? - dijo con tono exagerado al ver la altura que había alcanzado el hasta entonces pequeño Alejandro.
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Otro amanecer
RomanceMel es una excelente estudiante de economia, que consiguió el trabajo de sus sueños en una de las mejores empresas de Buenos Aires. De una familia humilde, sincera, luchadora, hincha de Boca Juniors y valiente, la vida la golpeo demasiado joven y ah...