16

53 6 0
                                    

2015

Con el corazón a punto de salirse de su pecho, Mel dejó de encontrar excusas para dilatar la visita a la oficina de Alejandro. Bajó del ascensor y saludó con una cálida sonrisa a Teresa, la secretaria que recordaba de su última visita y esta la invitó a entrar, anunciándole que el señor la esperaba. 

Ni bien abrió la puerta lo vio, mucho más hermoso de lo que lo recordaba. Vestía un pantalón azul entallado y una camisa celeste prolijamente planchada. Llevaba el pelo corto y una barba más espesa de lo que recordaba. Pero su sonrisa de lado era lo que más le impedía pretender que ya no le producía nada. 

-Buenos días señorita Melany.- la saludó irónico Alejandro, levantándose de su silla para acercarse a ella. 

- Buenos días- le respondió Mel sin mirarlo a los ojos. 

-¿Estás enojada?- le preguntó él, buscando su mirada con insistencia. 

- No, para nada. ¿Necesitabas algo?- le dijo intentando sonar segura, pero evitando el contacto visual. Él la tomó del brazo y le dio un corto beso en la mejilla.

 - Quería saludarte y saber cómo estabas. - le dijo logrando por fin que ella reaccionara. 

-Esto no va a funcionar. - sentenció Mel apartándose un poco y dándose vuelta. 

- ¿Qué cosa? Mel no intentes racionalizar todo, solo te llamé para saber cómo estabas. Creo que podemos llevarnos bien. ¿No te parece? - Mel, que ya se había encaminado hacia la salida  se frenó y con una valentía que la sorprendió lo enfrentó a escasos centímetros, clavando sus profundos ojos celestes en los de él. 

-¿En serio queres sólo eso? - Alejandro tuvo que sostenerse del escritorio con disimulo, y no sólo por el sorpresivo movimiento. De repente la cercanía le resultaba demasiado abrumadora. No pudo contestar. 

- Decime qué esperas de esto en realidad. ¿Queres que terminemos en la cama? ¿Queres ver si es como lo recordabas? ¿Necesitas sacarte las ganas? Dale. ¡Hagámoslo de una vez así cada uno puede seguir su camino! - El pecho de Mel subía y bajaba con  premura, su respiración acelerada ocultaba los nervios que en verdad sentía. ¿De dónde había salido eso? Ahora temía que aceptara su oferta y sin embargo deseaba que lo hiciese. 

Alejandro por su parte se encontraba anonadado como nunca antes en la vida lo había estado. ¿Dónde había quedado la tímida Mel que él conocía? ¿Realmente pensaba que eso era todo lo que tenía para ofrecerle? Se sentía un poco prejuzgado y sin embargo llevarla a la cama era lo único en lo que podía pensar desde que esas palabras habían salido de sus labios. 

Un silencio tenso los envolvió, dejándolos inmóviles por unos segundos. Cuando Mel vio que no iba a conseguir ninguna respuesta se dispuso a irse, pero Alejandro la tomó del brazo obligándola a frenar. 

-Te propongo una cosa.- dijo con una calma que a Mel le resultó irritante.

 -Si este domingo gana River te espero en mi casa para ver si lo que decis es cierto. - Mel entrecerró los ojos incrédula. ¿Acaso para él esto era un juego? Pero sin ganas de volver sentirse débil lo miró y le dijo

.-¿Y si gana Boca? - 

Alejandro se rió con picardía. 

- Eso no va a pasar. - respondió alivianando la fuerza con la que la sostenía pero sin dejar de tocarla. 

-¿Qué conseguiría yo si gana Boca?. -insistió Mel. 

-Si gana tu equipo no vuelvo a llamarte a menos que sea estrictamente laboral. - respondió, guardando la incomodidad que le producía que eso llegara a suceder. 

Mel dudo unos segundos sin dejar de mirarlo y finalmente le respondió. 

- Ok, pero hasta el domingo no volvemos a cruzarnos. - El asintió y liberó su brazo, pero cuando estuvo de espaldas se acercó y le susurró al oído . 

-Los dos sabemos que por primera vez en tu vida queres que pierda Boca. -

Mel cerró los ojos con fuerza y prefirió no responder. ¿En qué lío se había metido? Su repentina valentía le había jugado una mala pasada. No se sentía capaz de desactivar el juego, no solo porque no quería sentirse una cobarde si no porque en el fondo, llevaba deseando volver a sus brazos desde el mismo momento en que lo había vuelto a ver. Se convenció de que eran dos adultos que podían manejar la situación, no había nada de malo en pasarla bien y pasar la página. Entonces ¿Por qué sentía ese vacío en su interior? ¿Estaría lista para tener sexo y nada más? El nunca le había hablado de otra cosa, ella propuso el encuentro, pasaría a ser una más en su lista. 

Todo era demasiado abrumador y a la vez, aunque le pesaba aceptarlo, le excitaba más de lo que hubiese querido.

 Ya se encontraba demasiado involucrada para dar marcha atrás, así que sólo restaba que su equipo le diera la oportunidad. ¿Pero quería que gane o que pierda?

Otro amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora