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2015

El fin de semana siguiente al encuentro en la oficina, Mel y Alejandro no volvieron a escribirse. Ella deseaba que llegara algún mensaje pero con el correr de las horas fue perdiendo la esperanza y se sintió de nuevo en el precipicio de ilusión que tan incómodo le resultaba. 

Cuando llegó el domingo por la noche solo una cosa daba vueltas en su mente. No quería volver a escribirle pero tampoco quería que todos en la empresa supieran que se conocían del pasado. 

Alrededor de la diez de la noche, sintió que en la balanza sumaba más aclararle el tema a Alejandro que dejarlo al azar. Con una ebullición de nervios gestándose en su estómago tomó el teléfono y tecleó: 

HOLA, PERDON POR LA HORA PERO QUERÍA PEDIRTE QUE NO MENCIONES EN LA EMPRESA QUE NOS CONOCEMOS, PREFIERO EVITAR QUE DESCONFÍEN DE MIS MÉRITOS PERSONALES. GRACIAS.

PD: LE TENDRÍAS QUE DECIR A GALLARDO QUE CAMBIE AL 5, LES VA COSTAR EL SUPERCLÁSICO.

Ni bien presionó el botón de enviar se arrepintió pero un mensaje instantáneo apareció como respuesta. 

MUCHAS GRACIAS POR COMUNICARSE, EN ESTE MOMENTO NO ESTOY EN LA OFICINA. DEJE SU NOMBRE Y ASUNTO Y MI SECRETARIA SE PONDRÁ EN CONTACTO A LA BREVEDAD. LIC. AlEJANDRO BROOME

Mel no sabía que le irritaba más, no poder deshacer el envío o sentirse una más de la lista de mensajes que recibiría cuando vuelva a hacerse de su teléfono laboral. Enojadísima consigo misma intentó dormirse, con resultados poco satisfactorios.

La mañana del lunes la encontró dubitativa ingresando al edificio de oficinas. Aún no había recibido respuesta alguna, sacando el texto prefabricado y temía encontrarlo en los pasillos. 

Cuando llegó a su box, Felicitas y Pablo la esperaban con sus tazas de café y las miradas más curiosas que jamás les había visto. 

- Buen día ¿y a ustedes qué les pasa? - les preguntó mientras colgaba su cartera. 

-Meeeell. ¡Qué mala fuiste con nosotros! ¿Qué quería el jefazo el viernes? ¡No nos contaste nada!. -dijo Pablo exagerando la indignación. - Mel sonrió y negó con su cabeza, pero cuando iba a responder una voz se le adelantó 

- Buenos días Pablo, Felicitas.. señorita Melany. - dijo Alejandro con total naturalidad, mientras Mel intentaba desatar el nudo que se había formado en su estómago. 

- Espero que tengan buena semana. Señorita Melany, cuando termine de acomodarse por favor acérquese a mi oficina para terminar de ultimar los detalles del trabajo que le pedÍ el viernes. ¿Pudo comenzar a hacerlo? - Los ojos celestes de Mel estaban paralizados. Tragó saliva y les respondió 

- Algo señor Broome. - sus compañeros la miraban incrédulos, donde estaba la chica alegre y risueña que conocían, de repente Mel era una niña temerosa frente a su profesor. 

- Alejandro. - le dijo él profundizando la mirada. 

- ¿Cómo? - le respondió Mel intentando terminar con el espectáculo que estaba dando. 

- Que todos me llaman Alejandro, el señor Broome es mi padre. - Mel aflojó un poco los hombros y le respondió. 

-Ah, bueno señor Alejandro, terminó con lo que me pidió y subo. - Alejandro le regaló esa sonrisa de lado que a ella tanto le gustaba y abandonó la oficina. 

Ni bien salió por la puerta Mel se dejó caer en su silla y dejó salir todo el aire de sus pulmones. 

- ¡Ufff, Mel, lo que daría yo porque el jefazo me mirase así! - le dijo Pablo abanicándose con una hoja de papel. Felicitas y Mel se rieron con ganas.

- ¿En serio te mando trabajo para el fin de semana?- dijo Felicitas cuando pudo dejar de sonreír. 

- Algo así, no es mucho. - Pablo y Felicitas negaban con la cabeza mientras continuaban acomodando sus cosas en sendos escritorios. 

- Seguro fue Cruella , pero no te dejes amedrentar Mel, sos muy buena y acá a los que son muy buenos los terminan exprimiendo. Poné límites, los fines de semana son tuyos. - Mel asintió mientras encendía su computadora. 

- Si, no se preocupen no es mucho, ya lo tengo casi listo. - Sus compañeros se sentaron en sus escritorios 

- Ves, demasiado buena. Igual lo podés hacer esperar un ratito que les tengo que contar mi cita de este fin de semana. - dijo Pablo acercando su silla hasta donde estaban sus compañeras. 

Mel escuchaba con atención las divertidas anécdotas de Pablo, cuando una notificación en su teléfono la distrajo.

¿ESTUVE CONVINCENTE?

Mel se río y volvió a enojarse por sentirse presa del juego de Alejandro. Decidió no responder pero al poco tiempo un nuevo mensaje llegó.

IGUAL ERA VERDAD QUE TE ESPERO EN MI OFICINA. ME QUEDE SIN BATERÍA EN EL TELÉFONO DE LA EMPRESA Y NO LLEGUE A COPIAR TU NÚMERO, PERO ESTE ES MI NÚMERO PERSONAL.

PD: A VER SI SE CREEN QUE POR COMPRAR A DANIEL OSVALDO TIENE ALGUNA CHANCE EL DOMINGO. 

Mel volvió a sonreír y esta vez no pasó inadvertido para sus compañeros. 

-¿No me digas que estás sexteando con alguien a esta hora? - le lanzó Pablo, sin aviso. 

-¿Qué? Nooo, es solo un amigo gallina que piensa que el domingo nos van a ganar. - le respondió divertida. 

-¡Ay, no puedo creer como te gusta tanto el fútbol! Yo ahí ni jota.- los tres volvieron a reír y Mel tomó su teléfono y tecleó poco convencida:

EN UN RATO SUBO.

Otro amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora