2015La semana que siguió a la internación de Lautaro, Melany sintió que su cuerpo no daría a basto. Pese a la insistencia de Alejandro para que se tomara unos días libres en la oficina, ella no había querido aceptar. Se levantaba una hora antes para dejarle todo listo a su abuelo y salía prácticamente corriendo para llegar a asistirlo. Varias vecinas se habían ofrecido a ayudarlo en su ausencia, cosa que Mel agradecía cada día.
Al tercer día de verla abandonar a gran velocidad la oficina, Alejandro la esperó a la salida con su auto. No tuvo que insistir demasiado para que accediera a que la llevara a su casa. En ese momento lo único que deseaba Mel era practicidad.
Llevarla se transformó en acompañarla a bajar, y acompañarla en compartir un café. Lo que al cabo de una semana derivó en la cena que estaban compartiendo el viernes por la noche.
-¿Está buena tu hamburguesa?- le preguntó Alejandro a Mel con un gesto que hacía referencia a la cena que habían compartido la última vez. Mel sonrió entrecerrando los ojos, no quería que su abuelo supiera que habían estado juntos nuevamente.
- Si, muchas gracias, es justo lo que necesitaba. - le dijo devolviéndole el gesto.
- No me odie Don Lautaro, a usted no me dejaron comprale más que esa ensalada.- Lautaro sonrío.
- Está bien hijo, mi nieta me hizo prometerle que haría lo que me indicaron los médicos, así que tampoco tenía mucha opción.
- Continuaron la cena charlando animadamente y al cabo de un rato Lautaro se puso de pie.
-Bueno, ya es demasiado para mi, creo que mejor vuelvo a la cama. - les dijo haciendo un gesto con su mano para despedirse.
- Alejandro este domingo volvemos a enfrentarnos.- Alejandro se paró también para despedirlo.
- Esta vez estamos más preparados, lamento decirlo en una sala llena de bosteros, pero el domingo gana River. - Lautaro y Mel comenzaron a defender a su equipo en una acalorada discusión que terminó en risas y bromas. Para cuando la charla había terminado, Lautaro finalmente se retiró con una sonrisa en sus labios.
Mel lo acompañó hasta la puerta y luego de darle un abrazo la cerró. Cuando se dio vuelta vio que Alejandro estaba juntando los restos de la cena y los llevaba a la cocina. Verlo en su pequeño departamento de muebles reciclados con su camisa entallada, aun planchada luego de todo el día y su pelo oscuro continuando a su incipiente barba parecía estar fuera de lugar y sin embargo la cotidianidad con la que se movía hacían que para Mel encajara a la perfección.
- No hace falta.- le dijo ella llamando su atención.
- ¿Qué cosa? - le preguntó él al ver cómo lo miraba.
-Qué acomodes, ya hiciste suficiente, anda tranquilo. - le dijo volviendo su mirada hacia el piso. Él continuó con su tarea sin hacerle caso. Mel, un poco fastidiosa se acercó y le sacó los vasos que tenía en la mano, apoyándolos con vehemencia en la pileta de la cocina.
- En serio, no quiero. -
Él se quedó quieto por un momento y cuando ella por fin lo miró le habló.
- Quiero hacerlo, no solo por tu abuelo, quiero hacerlo porque quiero estar con vos. Ya no me alcanza una noche, quiero recuperar lo que alguna vez tuvimos. - la cara de sorpresa de Mel lo alentó y tomándola por la cintura la besó.
Mel también lo hizo, adoraba hacerlo. Cuando lo besaba todo alrededor desaparecía. Las diferencias, el pasado, el dolor. Alejandro comenzó a acariciar la piel debajo de su remera. Primero su espalda y con pericia desabrochó el sostén para apoderarse de sus pechos. Ella lo acariciaba con premura. Sabía a dónde podían llegar. La tensión de las últimas semanas le pedía a gritos que se liberara y sin embargo inesperadamente, las lágrimas volvieron a aparecer.
Cuando Alejandro sintió que lloraba se separó y abrió sus ojos.
- Es demasiado tarde. - le dijo Mel sin dejar de abrazarlo todavía.
-¿Por qué? Para mi no. - le dijo él con desesperación. Mel comenzó a presionar sus brazos y las lágrimas se transformaron en enojo.
- ¿Por qué nunca volviste? - le dijo con furia.
Alejandro la soltó, nunca le había hablado así.
- ¿Por qué me dejaste tan sola? ¿En serio pensabas como tus padres que lo hice a propósito? ¿Acaso no valía la pena enfrentarlos por mi una vez al menos?- Él la miraba y el pasado lo abofeteaba con cada palabra.
-¿Tan poco me querias? - Mel lo soltó y se fue a sentar al sillón, hundiendo su cara entre sus manos. Otra vez se sentía sola, sin respuesta, sin acción por parte de Alejandro.
Él intentaba ordenar sus pensamientos, sentía que de lo que dijese en ese momento dependía su futuro.
Sin acercarse demasiado habló.
-Por supuesto que te quería, te quiero. - Mel no lo miraba.
- No todo sucedió como lo recordas. Pero no me corresponde a mi contártelo. - Ella por fin levantó la vista, no entendía lo que quería decirle.
- Mel... No hubo día de mi vida en que no deseara volver el tiempo atrás y escapar con vos de mi casa sin mirar atrás. Fui un idiota y creeme que soy el primero que no se lo perdona. Pero yo no te abandoné. - Mel se secó sus lágrimas de manera violenta. No comprendía y eso la estaba volviendo loca.
-No te entiendo. - le dijo poniéndose de pie.
Alejandro tomó su saco del respaldo de la silla. Ella extendió su mano para retenerlo pero él no la dejó.
- Hablá con tu abuelo. Mel ... yo sí creo en nosotros. - y sin despedirse se fue.
Mel estaba aturdida. ¿Qué había querido decir? Su corazón le rogaba que lo siguiera, pero el dolor del pasado se había vuelto tan presente que su cuerpo se negaba a hacerlo. Se dejó caer en el sillón e intentó poner en orden sus pensamientos y solo de algo estaba segura. Debía hablar con su abuelo cuanto antes.
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Otro amanecer
RomanceMel es una excelente estudiante de economia, que consiguió el trabajo de sus sueños en una de las mejores empresas de Buenos Aires. De una familia humilde, sincera, luchadora, hincha de Boca Juniors y valiente, la vida la golpeo demasiado joven y ah...