2006
Con la cara roja e hinchada, Melany intentaba secar las lágrimas que no dejaban de salir de sus ojos claros. Ni el largo camino de regreso alcanzó para calmar su angustia. Ya quedaba solo una cuadra para llegar cuando una silueta que le resultaba demasiado familiar le robó una ligera mueca de alegría.
Alejandro la esperaba en la puerta de la ferretería que aún estaba cerrada. Solo verlo fue suficiente, corrió como una niña y lo abrazó con tanta fuerza que casi lo derriba.
-No quiero que creas ni una palabra de las que dijo mi ..- pero Mel no lo dejó terminar la frase, le dio un beso en los labios y al separarse le dijo
-¿Estás acá, no?- Él sonrió y volvió a abrazarla. Amaba a esa chica en todas sus formas, sus ojos, su mirada, sus besos, sus palabras, su cuerpo y sus emociones. En ese momento, en el lejano barrio de Lanús, con la primavera asomando a la vuelta de la esquina, sintió que no necesitaba nada más.
Mel lo invitó a entrar y compartieron el día con su abuelo. El celular de Alejandro había sonado tan insistentemente que al final, decidió apagarlo. Sabía que al regresar enfrentaría las consecuencias de su sorpresiva rebeldía, pero verla sonreir mientras charlaba animadamente le hacía sentir que valdría la pena.
No volvieron a hablar del tema, ella no lo permitió. En el fondo sabía que su familia siempre desconfiaría de la chica de barrio que se había enamorado del joven rico y no quería volver a salir lastimada. Lo miraba con tanta admiración mientras discutía de fútbol con su abuelo que también sentía que valdría la pena intentarlo.
Cuando Alejandro llegó a su casa, entrada la noche, sus padres lo esperaban y lo invitaron a tener una charla. Siempre habían sido tan correctos, en su casa no se escuchaban gritos, recordaba su infancia silenciosa. El no haber tenido hermanos ni primos lo había llevado a imaginar sus propios juegos solitarios. Disponía de un inmenso parque, disfrutaba las charlas con el personal, aunque nunca llegaba a sentirlas sinceras. Siempre había recibido los mejores juguetes para las navidades y visitado los destinos más paradisíacos y sin embargo nada le resultaba más agradable que la calidez de las tardes con Melany y su abuelo.
Inés, con su elegante camisa rayada exenta de arrugas, estaba sentada con un libro en la mano y una copa de vino en la otra. Su padre, Alberto, miraba por la ventana, sosteniendo su celular a una corta distancia de su vista.
-Sentate, por favor, hijo. - le dijo en tono calmado.
Alejandro jamás los había enfrentado, su vida era en apariencia tan perfecta que sentía que cualquier sonido fuera de tono, arruinaría la melodía. Sin embargo esta vez se sentía furioso. No podía perdonar las horribles acusaciones que su madre había hecho en referencia a su novia.
-Estoy bien parado. - respondió molesto.
Inés suspiró de manera sonora y apoyó su copa en el apoya vasos que yacía junto a la lámpara de porcelana blanca.
-Alejandro, por favor, no sea infantil. - dijo sin levantar el tono de voz.
-No soy infantil mamá, estuviste mal esta mañana. Lastimaste mucho a mi novia. - Inés rió irónica.
- Puede ser que me haya pasado un poco, pero hay ciertas cosas que a tu corta edad no podes comprender bien, y podes dejar de llamarla así por favor. - Alejandro se acercó con paso firme.
- ¡No! Es mi novia, les guste o no. - Alberto que hasta entonces continuaba mirando su celular se le acercó.
- Está bien hijo, tranquilo. Tu mamá y yo sólo queremos que estés advertido de algunas cosas que a un familia como la nuestra suelen pasarle. Esa chica parece muy agradable, seguro te trata bien, pero no te extrañe que en el fondo quiera asegurarse su futuro. - Alejandro lo interrumpió cada vez más molesto.
- Mel no es así. -
Alberto tomó asiento y lo invitó a hacer lo mismo, obteniendo la negativa por parte de su hijo.
- Bueno, ojalá tengas razón hijo, entendemos que te atraiga, es joven y muy bonita; solamente queremos evitar que en un par de meses aparezca embarazada exigiendo una cuota alimentaria o algo parecido. -
Alejandro no sabía cómo sacar su furia sin hacer una escena. Cada palabra era un puñal para él.
-Ya te dije que Mel no es así. -
Su madre intentó hablar, pero Alberto le hizo un gesto con su mano para que no lo hiciera.
-Está bien, te entendemos. Sólo te pedimos que respetes nuestra casa, queres jugar al novio con esta chica, cuidate. Odiaría tener razón. Tenes un gran futuro por delante, sos muy joven, no me gustaría que un imprevisto termine alterando tu vida. Andá tranquilo, pero pensá muy bien cada cosa que hagas con esa chica. -
Alejandro se dio vuelta y abandonó la sala dando un portazo. Se encerró en su cuarto y puso la música de Green Day en un volumen demasiado alto. Sacó las cosas del armario y decoró las paredes con todo eso que siempre mantenía oculto para guardar las formas. No quería ocultar nada más. No quería convertirse en sus padres. Pero sobre todo no quería que tuviesen razón. No podían tener razón, y sin embargo recordó con preocupación que nunca se habían cuidado en sus encuentros.
Sin querer darle más vueltas al asunto, tomó el teléfono y la llamó.
-Hola, hermosa. - le dijo al oír su voz en el primer tono.
-Hola, Ale. ¿Cómo resultó todo con tus padres?- le preguntó ella preocupada. Él eligió omitir ciertos aspectos de la conversación y le respondió.
- Mejor de lo que esperaba, quedate tranquila. ¿Vos cómo te sentís?- Mel se sentía aliviada y sin embargo el tono que usó Alejandro no terminó de convencerla.
- Bien ¿Por qué me preguntas? - Alejandro guardó sus dudas, ella no era como sus padres decían.
-Por nada, ahora me tengo que ir a cenar. Mañana hablamos. Que duermas bien. - respondió.
-Gracias, vos también. - dijo cada vez más convencida de que algo no andaba bien.
- Ale... - dijo tímidamente.
-¿Qué? - respondió él. Un silencio los envolvió por una larga pausa. Mel se debatía entre decirle lo mucho que lo amaba o dejar que la conversación terminará.
-Nada. - dijo finalmente, sin sospechar que esa podría ser la última conversación real que tendrían.
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Otro amanecer
Lãng mạnMel es una excelente estudiante de economia, que consiguió el trabajo de sus sueños en una de las mejores empresas de Buenos Aires. De una familia humilde, sincera, luchadora, hincha de Boca Juniors y valiente, la vida la golpeo demasiado joven y ah...