2006
Ni Alejandro ni Melany fueron capaces de frenar lo que sentían luego de esa tarde. No pasaban más de dos días sin verse. Alejandro por fin contaba con un auto propio y si bien Mel insistía en acercarse hasta San Isidro en tren, él la sorprendía visitándola en el local.
Daban largos paseos por el río, se detenían en cuanto árbol había para regalarse largos besos y compartían charlas de los más variados temas en cualquier circunstancia. Muchas tardes ayudaban a Lautaro en el local y otras simplemente paseaban por las calles de San Isidro. Mel no se había atrevido a volver a su casona. Temía que algo de lo que había ocurrido la única vez que había pisado esos jardines pudiera repetirse. Alejandro por su parte la invitaba a cuanto recital había y allí eran felices. Cantaban, se abrazaban, se besaban ajenos a las multitudes y se sentian demasiado a gusto juntos.
Una tarde, pasados algunos meses de su relación, Alejandro llegó al local y se cruzó con Lautaro.
-Hola, querido, ¿Cómo estás? - Alejandro estrechó su mano y le respondió.
- Muy bien Don Lautaro, en breve inicio la facultad, así que muy feliz de haber conseguido la vacante. - Lautaro lo abrazó con entusiasmo.
-Pero si vas a resultar un bocho como tu abuelo. ¿Alguna vez te contó que pasamos meses estudiando juntos para entrar a la facultad? Él era una luz, pero a mi me costaba más, así que siempre se retrasaba para ayudarme.- Alejandro separándose lentamente lo miró sorprendido.
-No sabía que habían ido juntos a la facultad.- le dijo.
- Sólo un año, pero uno muy divertido. Después la vida nos llevó por diferentes caminos, no es que me arrepienta, no. Pero aprovecha al máximo tu juventud. No dejes de hacer lo que te gusta y lo que te va a ayudar en el futuro. A tu edad parece que hay tiempo para todo, pero no siempre es así. -
Alejandro vio cómo la mirada de Lautaro se llenaba de dolor e instintivamente le dio unas palmadas en la espalda.
- Gracias Lautaro, siempre es muy enriquecedor escucharlo. Mel no podría estar más orgullosa de usted. - Lautaro ya no pudo contener la emoción y dejó que algunas lágrimas se escaparan.
En ese momento salió Melany a su encuentro.
-Ah! Ya me parecía que esa voz la conocía.- dijo divertida arrojándose a los brazos de Alejandro y dándole un efusivo beso en los labios.
- Abuelo, ¿no te ibas a buscar los repuestos?- Le preguntó inocente pero al notarlo secando sus ojos soltó a Alejandro y preocupada lo increpó.
- ¿Te sentis bien? ¿Pasó algo? - Pero Lautaro restándole importancia la acarició dulcemente en la mejilla y le dijo.
- Estoy bien hija, a veces el pasado pasa a saludarme y me sacude un rato, pero estoy bien. Pórtense bien ustedes, ya podes cerrar el local si queres. - Mel le dio un beso en la mejilla y lo despidió con dulzura mientras comenzaba a bajar la cortina del local con ayuda de Alejandro.
Luego de acomodar todo, subieron al cuarto de Melany y se acomodaron en la alfombra para escuchar música. Amy Winehouse sonaba en el ipod de Mel y Alejandro depositaba dulces caricias en su brazo.
-¿Qué estás pensando? - le preguntó Mel a Alejandro girando un poco su cabeza para mirarlo a los ojos.
- En lo linda que sos. - le respondió él con la sonrisa de lado que a ella tanto le gustaba.
- Vos también, todavía no puedo creer que estés acá conmigo. - le confesó casi en un susurro. - Alejandro se incorporó un poco y sorprendido le preguntó
- ¿Por qué no estaría acá? Sos la chica más dulce, inteligente, hermosa y divertida que conozco, sería un tonto si no estuviese acá. - Ella sonrío y le dio un corto beso en los labios.
-Gracias Ale, pero por mas que me encante estar con vos no me olvido que somos de lugares muy diferentes. Todavía me acuerdo de la vez que estuve en tu casa y esas chicas… -El no la dejó terminar, la tomó de ambas mejillas y acercándose le dijo con voz segura.
- Nunca te sientas menos que nadie. Cuando te digo que sos la chica más dulce, inteligente, hermosa y divertida que conozco es porque es verdad. Ese día fui un tonto y te prometo que nunca más voy dejar que te sientas así. Mel, las personas somos eso, personas. Nadie es mas por tener más plata, y el que se cree eso no merece más que llamarse idiota. Me crees cuando te digo que no hay ningún lugar en el que preferiría estar. - Ella asintió con la cabeza y volvió a besarlo.
Esta vez el beso fue más profundo. Sus labios se separaron y Alejandro se deleitó con su sabor. Recorría cada rincón con premura pero a la vez se detenía para aumentar el deseo que se iba acrecentando en los dos. Con sus manos recorrió de costado el cuerpo de Mel, primero sobre la ropa y luego con pericia se adentró bajo su remera para sentir su piel tibia que reaccionaba con cada contacto.
Lentamente llegó a su pecho y sorteó el corpiño que los sostenía para masajearlos despacio. Cuando llegó al pezón, tieso y firme ejerció un ligero pellizco que llevó a Mel a dejar escapar un ligero gemido. Su erección era cada vez más grande y la urgencia por sentirla más cerca lo llevó a recostarla y posarse sobre ella. Sin dejar de besarla, llevó una de sus manos al botón del pantalón y lo desabrochó. Mel se estremeció y él abrió sus ojos para verla, demasiado cerca.
-¿Estás lista para que siga? - le preguntó con voz ronca y ella envuelta en un torbellino de sensaciones asintió con su cabeza.
Alejandro se sacó su remera y se desabrochó el pantalón, tomó una mano de Mel y la condujo por su torso en movimientos lentos de arriba abajo, acercándose con cada uno a la zona que más deseaba ser liberada. Sin dejar de mirarla a los ojos introdujo su mano con la de ella en medio y la depositó sobre su miembro erecto. Mel abrió grandes los ojos pero al verlo sonreír los entrecerró un poco desafiante mientras le comenzaba a dar placer moviéndola de arriba a abajo y veía como la cara de Alejandro se veía obligada a cerrar los ojos y el placer lo inundaba poderoso.
Cuando los movimientos se estaban volviendo demasiado intensos él se sacó del todo la ropa e hizo lo mismo con el pantalón y la ropa interior de Mel. La besó. Los labios, los pechos, el ombligo y con sus dedos separó con delicadeza sus piernas. La sintió húmeda y la excitación lo desbordó. Acomodó su miembro en la entrada de su sexo y acercando su boca a sus oídos le volvió a preguntar.
- ¿Queres que siga? - ella enterró sus dedos en su pelo y le respondió
-Sí, quiero. - con la otra mano se tomó fuertemente de la alfombra temiendo que lo siguiente pudiera ser doloroso.
Alejandro fue delicado, conteniendo la fuerza bruta que el deseo en su interior le incitaba, la penetró con firmeza y Mel contuvo la respiración. Las primeras oleadas le incomodaron y sin embargo a medida que Alejandro se movía el dolor iba desapareciendo para darle lugar al placer. Lo escuchó gozar y se sintió la mujer más poderosa del mundo. Lo disfrutó en su interior con la sensación de no querer que acabe jamás.
Ese día ella no alcanzó el orgasmo pero cuando el cuerpo de Alejandro se desplomó sobre el suyo, con el sudor de ambos confundiéndose y los latidos de los corazones a punto de estallar, lo abrazó con fuerza y le susurró al oído.
- Te quiero. -Sintió que él sonreía y la abrazaba con fuerza.
- Yo más. - le respondió sin mirarla y fue mucho más de lo que ninguno de los dos había sentido jamás.
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Otro amanecer
RomanceMel es una excelente estudiante de economia, que consiguió el trabajo de sus sueños en una de las mejores empresas de Buenos Aires. De una familia humilde, sincera, luchadora, hincha de Boca Juniors y valiente, la vida la golpeo demasiado joven y ah...