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2015

Melany jamás pensó que podía caminar tan rápido. Sin mirar atrás había llegado a la estación de tren en 7 minutos. Su corazón seguía latiendo a gran velocidad. Revivir el contacto de aquellos labios, había resultado demasiado.

Desde que se habían reencontrado, la idea de volver a tener algún tipo de acercamiento había rondado en su mente y sin embargo la había tomado por sorpresa la rapidez con la que había ocurrido. 

Se sentía culpable por haberlo permitido, pero a la vez ella misma lo había estado deseando desde el minuto en que cruzó la puerta de su oficina. Si el teléfono no hubiese sonado, no se creía capaz de haber interrumpido el momento. 

La lágrimas rodaban por sus mejillas mientras se tomaba con fuerza a su mochila colocada hacia adelante para evitar que alguien amigo de lo ajeno se hiciera de sus pertenencias. La imagen se repetía en su mente y de repente cayó en la cuenta de que no sabía nada de lo que había vivido Alejandro desde hacía 10 años. Nunca más la había contactado. ¿Estaría él en alguna relación? ¿Lo habría estado? ¿Qué pretendía de ella? 

Debía admitir que ella sí había pensado en él. Incluso en la corta relación de apenas 5 meses que había intentado entablar con Pedro, un compañero de la facultad que la respetaba y la hacía sentir deseada, la huella que Alejandro había dejado en ella, resultaba difícil de superar.

A veces sentía que lo había idealizado demasiado y sin embargo, luego de ese beso, todo lo que había fantaseado resultaba mínimo. Solo el contacto con sus piel la había llevado a excitarse. La danza de sus lenguas con pericia despertaba sus deseos más íntimos. Se había vuelto a sentir como una adolescente y a su vez estaba lista para recibirlo como nunca. 

Sin tener la más mínima idea de cómo volvería a enfrentar la oficina el lunes siguiente, llegó a su casa y luego de saludar a su abuelo, decidió bañarse y meterse en sus pijamas lo antes posible. Terminaba de elegir el libro que la acompañaría a escapar de la realidad por unas horas cuando su teléfono anunció una notificación.  

Alejandro respondió la llamada de su madre a desgano y cuando giró sobre sí mismo, se encontraba sólo en la oficina. Arrojó el teléfono sobre el escritorio y se sentó en el sillón. Se inclinó hacia adelante y se tomó la cabeza con ambas manos, al tiempo que dejaba salir todo el aire de sus pulmones. 

Desde que había vuelto a verla no podía dejar de pensar en ella. El pasado que creía enterrado se hizo presente de manera abrumadora y no había sido capaz de controlarse. La encontraba aún más hermosa de cómo la recordaba. Un poco más alta, con los pechos más exuberantes y la risa menos escandalosa y sin embargo al mirarla a los ojos, la encontró igual.

Los diez años que había llenado de actividades, posgrados, mujeres y diversión parecieron no surtir efecto al volver a verla.  Pero le había dicho que no podía. ¿Acaso estaría acompañada? ¿Era raro pensar que una mujer tan hermosa como ella esté sola? Si bien había sentido que ella había disfrutado el encuentro tanto como él, a lo mejor su deseo lo estaba engañando. Y por otro lado, se encontraba su situación actual. Últimamente sus padres estaban demasiado insistentes con el hecho de que forme una familia. Hacía años que había decidido que no quería casarse y sin embargo su madre no dejaba de arreglar citas. Los últimos meses había estado saliendo con Catalina, la hija de un empresario amigo de su padre. Catalina era alta y delgada, de gustos refinados pero también aburridos. Se habían entendido en la cama y sin embargo un solo beso con Mel lo había hecho gozar más que diez encuentros con ella. 

Mientras se debatían entre sí aceptar lo que la vida le presentaba o enterrar definitivamente el pasado, se levantó y fue a hacia la computadora de su secretaria. Sin mucha dificultad dio con el currículum de Mel y verla en la foto tan formal le sacó una sonrisa. Tomó nota de su número de teléfono y decidió volver a su casa. 

SOLO YO NO PUEDO DEJAR DE PENSAR EN VOS

El mensaje de un número no agendado, pero con la foto de alguien que conocía demasiado bien, le robó una sonrisa a Mel. Se tardó en contestar y Alejandro volvió a escribir. 

NO QUIERO PRESIONARTE, PERO TAMPOCO QUIERO VOLVER A PERDERTE. ES DEMASIADO DIFÍCIL ENCONTRAR UNA AMIGA DE BOCA. 

Mel se incorporó en su cama y ya sin deseos de llorar por fin respondió. 

SOLO POR ESTAR EN UNA BUENA RACHA, NO DEJAN DE SER GALLINAS.

El fútbol siempre los había acercado, cargarse con la rivalidad de sus clubes siempre les resultaba divertido. 

Alejandro por fin se relajó. Su respuesta supuso un tregua a sus dudas y si el camino era recuperar su amistad estaba seguro que valía la pena. 

TENEMOS AL MEJOR TÉCNICO DE LA ARGENTINA Y PREFIERO QUE ME LLAMES MILLONARIO ANTES QUE GALLINA.

Mel se río sola en su cuarto, las preguntas de a poco daban lugar a la satisfacción de saber que recuperaba a su amigo. 

EN SERIO ME GUSTARÍA SABER CÓMO RESULTÓ TU PRIMER SEMANA DE TRABAJO

Escribió Alejandro esperando tensó la respuesta, con la esperanza de no haber arruinado la comunicación. Mel apretó los labios en señal de duda pero finalmente decidió bajar un poco la barrera que ella misma había construido. 

BASTANTE BIEN, LA VERDAD. SALVO POR EL ÚLTIMO DÍA, NO TENGO DE QUE QUEJARME. 

Alejandro volvió a respirar, entendía su humor y agradecía que lo dejara volver a formar parte de su vida, aunque sea por mensaje. Cuando iba a responder un audio llegó para alegrarlo. Como si el tiempo que había pasado no existiera la voz de Mel llegó a sus oídos para alegrarle el alma. Le contaba con timidez al principio y un poco más suelta al final detalles divertidos de sus compañeros de oficina, su jefa y hasta sus almuerzos. Sin dudarlo Alejandro también le grabó un extenso audio con comentarios acerca de lo que le había contado y sugerencias para pasarla mejor en la oficina. 

Intercambiaron audios por más de una hora, con detalles divertidos, burlas de fútbol y nada que apunte a lo que realmente les estaba pasando. 

CREO QUE SE HIZO UN POCO TARDE, MEJOR ME VOY A ACOSTAR

Escribió Mel, aunque no quería dejar de hablar con él. El escudo protector que le ofrecía el teléfono la había hecho soltar y comenzaba a sentir que podían volver a ser amigos, pero el recuerdo del beso y el deseo de recibir alguna propuesta de su parte la atemorizaban. 

ESTA BIEN, ESPERO QUE DESCANSES. ¿SOLO PUEDO PEDIRTE UN FAVOR? 

Mel cerró los ojos con fuerza intentando encontrar las palabras adecuadas.

ALE, YA TE DIJE ANTES…

Alejandro frente al temor de perder lo que había logrado, sin pensarlo la llamó. 

-Hola.- dijo Mel dubitativa al otro lado del teléfono. 

-Hola, bostera. - respondió con la sonrisa de lado. 

-Solo quería pedirte que no dejes de escribirme. Entiendo que llevamos tiempo sin hacerlo y sé que las cosas no terminaron bien entre nosotros, pero dame la oportunidad de demostrarte que podemos recuperar nuestra amistad. - Luego de una pausa, demasiado larga para Alejandro Mel le respondió. 

- ¿Vos besas a todas tus amigas? - Alejandro comenzó a reírse. 

- No tengo amigas. - Ahora fue Mel la que se río. 

- Buenas noches, gallina. Mañana hablamos. - y sin esperar la respuesta cortó la comunicación. 

Alejandro se sentía lleno de felicidad. Había disfrutado la charla como hacía años no lo hacía. Mel había dejado una pequeña puerta abierta y estaba dispuesto a intentarlo nuevamente. 

Otro amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora