Epílogo

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2022

Mel había terminado su presentación en la sala de conferencias y sus asistentes comenzaban a retirarse. Felicitas le anunció que no tenían más citas en la agenda.

Habían formado un gran equipo juntas. Dirigían una empresa que ellas mismas habían creado y disfrutaban de su merecido éxito.

Se despidió de todos con cariño y fue hasta su auto para volver a su casa en el lejano barrio de Pilar. Cuando entró el silencio la inquietó un poco, pero al notar el ventanal del comedor abierto supo que allí era donde debía dirigirse.

De lejos vio a Alejandro jugando sobre el césped con Alfredo y Lautaro. Sus hijos, mellizos de apenas 4 años intentaban derribarlo con toda su fuerza, luciendo sus camisetas de fútbol, una de Boca y otra de River.

Mel se sacó los zapatos de tacón y corrió a su encuentro para sumarse a la batalla. Cuando Alejandro la vio su mirada se iluminó con el mismo brillo que aparecía desde ese primer día en que en un taller del sur de la provincia de Buenos Aires la había descubierto. Jugaron y se abrazaron todo el tiempo que desearon.

Sus abuelos ya no los acompañaban y los padres de Alejandro por fin habían comprendido que en la vida no importa de donde vengas, si no con quien decidas ir. 

Amaban la familia que tenían. Con sus días nublados y sus noches estrelladas. Con sus palabras dulces y sus silencios difíciles. Pero sobre todo amaban volver a elegirse cada día.

Porque cuando dos personas se aman de verdad, no importa si los demás lo aprueban, lo ocultan o lo encuentran imposible. Basta con la valentía de quienes eligen tener otro amanecer juntos cada día.

Otro amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora