– ¿En que tanto piensas, Isagi? -- Me paré frente al mencionado ya que estaba tan absorto en sus pensamientos que no me escuchó todo lo que le comenté.
– ¿Y-y-yo? N-nada, lo siento. -- Dijo volteando su cara debido al acercamiento que impuse.
Sé que estaba pensando en algo, pero, claro, no le obligaré a que me lo diga. Ya lo hará cuando esté cómodo con ello. Decidí continuar con mi conversación para distraerlo un poco de su tan activa mente.
– ¡Pues como te contaba! Sae es igualito a su hermano, igual de borde, igual de seco... ¡Yo creo que es de familia! -- Vi como Isagi esbozaba una sonrisita divertido. – ¡Ah, imagínate a su padre!
– ¡Que miedo, jajajaja! -- Comentaba mientras yo solo lo reafirmaba con un "¡¿A que sí?!".
En el camino hablamos de las charlas de chica a chica que tengo con Anri, de Sae, de lo mal que me caen los administradores... De repente, paramos frente a la sala de maquinaria para entrenamiento al escuchar el sonido de una de las máquinas.
– Rin... -- Murmuró Isagi.
Me asomé para confirmarlo. No me sorprendía, pero este chico debería saber cuándo tomar descansos, luego soy yo quien debe de encargarse de sus dolores de espalda.
– Amigo, es hora del descanso. -- Dijo el amable pelinegro irrumpiendo en la sala. – Toma un respiro.
En cambio, Rin Rin solo le volteó a ver con odio entre suspiros de cansancio.
– No me compares con gente como tú... -- Este chico no sabe tomar un consejo. – Si solo estás aquí para meterte en mi camino, sal de aquí, Isagi.
Dios, se levantó delicadito. Decidí que, a lo mejor, mi palabra podría hacerle entrar en razón.
– Pero, Rin Rin, si te apresionas tan duro, te lastima-- El cabrón no me dejó acabar la frase cuando su tonto odio dominó su habla.
– Si me destrozo por esto, eso significa que era hasta donde podía llegar. -- Respondió sin más.
Se me olvidaba que Rin es como es. No escuchará a nadie, no sé porque creí que conmigo sería diferente. Él es demasiado terco... Yo le admiro mucho, pero hay veces que no es constancia, es estupidez.
– Finalmente puedo luchar contra él... Mi hermano, Itoshi Sae. DESTROZARLO. SOBREPASARLO. -- Él no puede pensar en otra cosa, ¿Eh? – COMO HE ANHELADO POR ESTE MOMENTO...
Empezó a toser y a jadear debido al cansancio. Me alarmé muchísimo, obviamente. Isagi tuvo una reacción más tranquila. En mi defensa, no pude controlarlo, me preocupo por su bienestar sobretodo cuando dicho señorito no se cuida como es debido.
El de ojos azules le pasó una botella de agua al de ojos turquesa, este último la rechazó declarando que no la necesitaba.
– No seas tonto. Tómala. -- Le dije guardando la calma.
– Si te lastimas, Blue Lock terminará y eso supondría un problema para mí. -- Alegó Isagi sin establecer contacto visual con Rin en ningún momento. – Realmente, no quiero ningún jodido problema así que bebe. -- Demandó la última persona que me imaginaba que se dirigiría así a otro ser vivo.
Rin le quitó la botella de las manos y bebió para luego quejarse de que estaba tibia. Isagi se iba, yo me quedaría un rato con Rin. Abracé desde detrás al amable pelinegro antes de que se fuera.
– Gracias, Isagi. Enserio, muchísimas gracias. -- Él se tensó entre mis brazos mientras mi aliento le pegaba en la base del cuello, en la nuca. – Eres el mejor, me alegra haberte conocido. -- Le susurré con un tono dulce.
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¿Un fútbol monocromo? (Blue lock × Reader)
Fanfic-- Solo ganas o pierdes en el fútbol, no hay más vueltas. Blanco o negro, esa es la monocromía que gobierna todo. Así es como he vivido toda la vida y no dejaré que una panda de adolescentes con sueños inalcanzables me rompan mis esquemas. Así que...