Mi cabeza me dolía muchísimo... Todo culpa de...
– SHIDOU BASTA, QUE NO TENGO ALCOHOL EN CASA. -- Le grité para que dejará de desordenar los estantes.
– ¿CÓMO QUE NO, BORRACHA? -- Me preguntó tocando un nervio.
– ¡HEY, QUE SOLO FUE UNA VEZ! JUSTO LA UNICA VEZ QUE ME MEDIO DESCONTROLO Y TÚ TIENE QUE COMENTARLO. -- Seguía exclamando hacia el bestia.
Los hermanos estaban también algo hartos de nuestras peleas y discusiones. Supongo que ahora saben cómo es lidiar con personas peleadas.
– Shidou, ven y estate quieto, ¿Quieres? -- Dijo Sae con su serena voz.
– Entendido, Sae-chan. -- Respondió alegre y con un tono juguetón.
Fue corriendo a su lado como si fuera su perrillo faldero. Era muy tonto... Ni siquiera le ofreció nada por su obediencia. ¿Porqué era así?
– ¿A él si le haces caso? -- Pregunté confundida. – Tendré que poner mano dura de nuevo, Ryusei. -- Vi como le pasaba un escalofrío por el cuerpo.
Recordé que tanto lo regañé después de lo de Kunigami... Kunigami me dió la fuerza para poner recto a Shidou, para intentar que no fuera tan... Cruel y agresivo.
Mientras arreglaba las estanterías desordenadas por el moreno mi mente me hacía recordar a aquel héroe caído. Sus caricias, sus besitos, sus palabras, su voz... Me daba miedo olvidar su voz o su cara. No quería que terminará allí nuestra amistad.
Entonces imaginé que lo volvía a encontrar y que le contaba todo lo que me pasó... Pero él ya no quería saber nada de una fácil y de una puta como yo. No quería saber nada de la persona por la cual se sacrificó... Él me culpaba, pero, en realidad, era solo mi mente la que me estaba echando la culpa.
Volví al salón donde todos estaban con una aura decadente y triste, todos extrañaron de inmediato la yo energética y alegre que estaba peleándose con Shidou... Puse una sonrisa por ellos, pero no parecieron tragárselo.
– No sonrías así... Esa curva en tus labios me da asco. -- Dijo el "delicado" Sae.
– Oye, podrías ser un poco menos cabrón. -- Le llamé la atención borrando mi falsa expresión.
Rin me sentó en sus piernas y me abrazó, parecía que no me quería dejar ir en toda la noche y menos con Sae y Shidou como competencia.
– Oye, ¿Estás mal por lo del otro día? -- Preguntó Shidou con preocupación.
– En parte, sí y, en parte, no. Prefiero no comentar nada ahora, lo podemos hablar más tard-- Rin me tapó la boca y la nariz con la mano.
– Lo vamos a hablar ahora. -- Demandó mientras me dejaba respirar nuevamente.
– Rin, tú no estaban y Sae menos. No os voy a meter en mis problemas. -- Solté para hacerles entrar en razón.
– ¿Y entonces Shidou si estaba? -- Cuestionó Sae a lo que el moreno le felicitó por acertar.
Algo me fallaba a mí, me apostaría los dedos de la mano a que Shidou no vive en esta prefactura.
– Bueno, antes que nada, ¿Como llegaste aquí, Shidou? -- Comenté con curiosidad y con la oportunidad de cambiar de tema.
– Te seguí en el tren. No soy tonto, sabía que sí tenías el número de Sae y el de Rin es que os juntasteis y había una gran posibilidad de que vivierais en la misma zona. No fue difícil encontrarte ya que una chica resalta entre un grupo de 8 chicos. -- Explicó el de tez morena.
Me sorprendió lo inteligente que puede llegar a ser para el comportamiento tan tonto que tenía. Sae tosió para recuperar la palabra y redirigir la conversación.
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¿Un fútbol monocromo? (Blue lock × Reader)
Fiksi Penggemar-- Solo ganas o pierdes en el fútbol, no hay más vueltas. Blanco o negro, esa es la monocromía que gobierna todo. Así es como he vivido toda la vida y no dejaré que una panda de adolescentes con sueños inalcanzables me rompan mis esquemas. Así que...