27.- Dime, ¿Que nos estás haciendo?

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Fue una mañana algo apresurada... Explico.

No escuché sonar la alarma del teléfono... Pero lo que me levantó fueron las constantes llamadas de Rin. Una tras otra no paraban de llegar. Me levanté agotada... Cogí el teléfono y respondí...

– ¿Hola...? ¿Quién e-- Mi voz adormilada fue cortada por ese malhumorado chico.

– Ya son las 11:35. ¿Dónde coño estás? -- Dijo irritado.

– ¡¿LAS 11:35?! AYYY, PERDONA, RIN, ME QUEDÉ DORMIDÍSIMA. -- Exclamé apurada mientras me despertaba por completo ante el asombro de mi despiste.

– Ya, eso ya lo suponía. -- Suspiró con pesadez. – Me acercaré a tu casa, llegaré en unos 15 minutos, apresúrate.

– ¡Si! Y, Rin, enserio lo lamento mucho... -- Me lamenté, él solo suspiraba constantemente.

Pronto me colgó y yo tuve que hacer las cosas el triple de rápido. Me duché y me cambié en el mismo baño en 5 minutos, me lavé los dientes en 2, me sequé el cabello en 4 y en los otros 4 minutos restantes me preparé para salir. Nada más terminar escuché el timbre.

Salí para encontrarme a un Rin que andaba hermosísimo. Llevaba una camiseta interior blanca pegada al cuerpo con un diseño simple que le quedaba maravilloso, junto a una chaqueta de cuero reluciente, unos vaqueros flexibles de color más oscuro bellísimos y unos botines deportivos negros preciosos, más una bufanda de lana que lo hacía ver estupendamente bien.

– Estás muy... Wow... -- Sinceramente me había quedado sin palabras para describir la cosa más perfecta que percibieron mis ojos.

– Tú tampoco estás mal. -- Respondió de forma algo fría y monótona.

Y dijo la verdad. Para haberme vestido tan rápido, iba bastante bien. Llevaba una interior de cuello alto negra con rayas blancas, o blanca con rayas negras, nunca lo sabrán, que se ceñía a mi figura resaltando todo de esta. También me puse unos pantalones negros de chándal bien bonitos que tenían como un elástico en la parte del tobillo por lo que se me subían y dejaban ver esa parte de mi pata jajajajaja. En adición de una zapatilla negras deportivas bastante sencillas con las que llevaba unos calcetines blancos. Además llevaba un chalequito que cubría solo la parte superior de mi torso que era de color negro y blanco algo extraños pero muy tiernos. Y, como no, un bolsito negro con cosas imprescindibles.

– ¡Me tomaré eso como un cumplido! -- Solté divertida mientras cogía su mano para ponernos en marcha.

Él no rompió ese contacto por lo que yo continuaba manteniéndolo. No me suelo maquillar, así que hoy se notaban un poco de más mis ojeras.

– ¿No dormiste bien? -- Preguntó Rin.

– Es muy tierno que te preocupes por mí, Rin Rin. -- Canturreé divertida para luego responder. – Pues dormir, dormí bien, pero tuve una pesadilla. Nada del otro mundo, no te preocupes.

Él solo se quedó en silencio, sabía perfectamente que a este muchacho no se le daba bien consolar por lo que intenté cambiar el tema.

– ¿Y que tal estos días? ¿Que tal amaneciste tú hoy, gruñón? -- Esperé a que me contestará pero él andaba más pendiente del paisaje que se creaba al rededor del río.

– Bien, bien. No pasó nada especial, solo estuve pensando en cosas y entrenando. -- Respondió con simpleza. – Y hoy me levanté bastante bien.

– ¡Me alegro muchísimo, Rin Rin! -- Profesé con absoluta sinceridad. – Aunque eso de entrenar en tus días libres es un poquito de masoca de tu parte. -- Comenté soltando una leve risilla.

¿Un fútbol monocromo? (Blue lock × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora