35.- Veremos que pasa después del desayuno.

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Esa noche no pensé en nada más que en mí. Era una suertuda si lo veía de buena manera. Quiero decir, no todas se dan el lujo de poder mirar a demasiados chicos buenísimos como ellos. Mi cabeza se despejaba ante la posibilidad de que este sea mi último momento de felicidad. Iba a disfrutarlo como si fuera mi último día en la Tierra.

Iba liderando el camino con emoción, los chicos me seguían mientras sentía la mirada de todos en mí. A lo mejor la de Oroya flaqueaba para revisar a otras chicas pero al final siempre volvía su atención a mí.

Quizás es solo mi repentino complejo de Diosa que me hace pensar que soy el centro de todo y que todos están centrados en mí. Me sentía poderosa, realmente hablar con Barou me hacía bien. Debería quedar más seguido con él.

Entonces pensé... Debo encontrar alguna forma de juntarme con el resto, es decir, con Niko, Nanase, Hiori, Gagamaru, Kurona, Kunigami... Quizás Raichi y Igaguri se apunten para alguna aventura.

– ¡Vamos! ¡Tengo hambre! -- Me quejaba mientras me colgaba del brazo de Reo.

Los demás nos miraban con recelo. Yo solo reía y carcajeaba mientras seguía bromeando y jugando con los chicos.

...

Mis sentidos se iban de mis manos. Mi consciencia se ahogaba en alcohol, fue gracioso como todo empezó como una cena normal y al final terminamos participando en concursos de tragos. Varios del grupo ya eran mayores de edad por lo que no fue difícil conseguir la bebida.

Todos se veían divertidos, no podía parar de reírme y de ser cariñosa y pegalosa con los demás. A mis lados estaban dos guapetones, bueno estaba rodeada de ellos. Tanta belleza es mareante.

– ¡Jajaja, Reeeooooo! Que buenos brazos tienes -- Lo decía mientras me restregaba a él.

– _______, me parece que ya se te acabó la bebida por hoy. -- Estaba embelesada con Yukimiya a quien percibí al estar a mi otro lado hablando animadamente con Isagi, quién estaba enfrente.

– Wow... ¡Nunca supe que fueras tan hermoso, Kenyu! -- Ahora me pegaba al de gafas.

– Jooo... Yo también quiero estar al lado de ______. -- Comentó Otoya.

Hubo un punto en el que las palabras eran inentendibles para mí. Tenía urgencia de ir al baño, los chicos me querían acompañar pero mi embriaguez solo me hacía contestar cosas vergonzosas.

...

– Hola, guapa. ¿Qué haces sola?

– Tch. No estoy sola, idiota. Tengo a Diosito de mi lado. -- ¿Por qué me costaba tanto llegar hasta el baño?

Sentía cosas deslizarse hacia mis glúteos. Mi mente estaba nublada pero yo no era tonta, ese chico desconocido me estaba tocando.

– Suéltame, imbécil. ¿Es que eres ton-- El chico me cogió de la mandíbula y amenazaba mis labios con sus ojos.

Levanté la pierna con fuerza para acertar una gran patada a su zona íntima y de pronto vi como una patada desde arriba le golpeaba con fuerza la cabeza. Eso me recordó a...

– ¿Shidou...? -- Me dolía mover la boca por culpa del agarre de aquel ahora inconsciente chico.

La gente gritaba mientras el muchacho se desplomaba en el suelo. Aquel moreno se acercó a oler mi aliento. Se rió mientras me acariciaba la cabeza. Cuando la policía entró, él me llevó hacia una esquina. Se veía inquieto pero...

– Perdóname, de nuevo, pequeña. -- Dijo con rapidez.

Me besó... Me estaba besando. No sé si era el alcohol, mis hormonas o mis ganas de pasar ya este problema del primer beso, pero no lo aparté. Sus manos pasaban por mi cuerpo con rapidez masajeando mis caderas y mis glúteos mientras nos pegábamos. Mis pupilas se dilataron, mi corazón estaba relajado, se sacó un peso de encima.

¿Un fútbol monocromo? (Blue lock × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora