Capítulo 5.

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Hael.

Dos horas antes

—¿Qué demonios? ¿Qué quieres decir con que la entrega de la mercancía va a tener que ser retrasada? No es para esto que te pago más de cuatro millones de dólares cada mes.

Mi mejor amiga me ignoró, impasible desde el otro lado de la habitación ante mis gritos, con sus audífonos puestos y mirando a cualquier lugar menos a mi, como siempre, a veces solía irritarme porque no comprendía muy bien su autismo, y eso la ponía de tan mal humor que empezaba a ignorarme, eso me ponía aún de peor humor y terminaba siempre pagándolo alguien más porque nunca podía enojarme con ella por más que quisiera.

El nuevo elegido para ser el receptor de mi ira fue el encargado de la entrega de cocaína que tenía para esa tarde, era una buena cantidad y de mucha calidad que exportaba directamente desde Japón. Eso dije, era, porque el idiota estaba intentando convencerme de que necesitaba más tiempo, y podría dárselo, por supuesto, ¿Pero donde quedaba el trato que hicimos? Incluso le pagué la mitad por adelantado, una promesa era una promesa y a mi nadie me fallaba, y si lo hacían, me aseguraba de que a ellos les fallara la vida, si no eres capaz de mantener una promesa, ¿Para qué vives?

Exacto. Para nada.

Hay dos tipos de personas en este mundo, los que piensan que son suertudos y los que hacen su suerte. Los suertudos siempre culparan al universo por las cosas que no hicieron ellos mismos bien, son ese tipo de personas que creen que manifestando y no haciendo nada por merecerlo se les otorgará mágicamente, como en un cuento de hadas. Yo no tengo suerte, porque yo hago mi suerte, yo me forjo mi camino a base de mis decisiones y mantengo mis promesas aunque se me vaya la vida en eso. Ahora, por eso no me comprometo con cualquiera y mantengo la exclusividad suficiente como para poder decir que tengo un círculo social muy cerrado y exclusivo.

—¿Señorita? — Tocaron la puerta levemente — Traigo noticias sobre su consulta.

Era el investigador privado, inmediatamente recordé otra razón por la que estaba de mal humor, aún no sabía nada de mi hermoso ratoncito que huyó despavorido luego de hacerme el show de mi vida, ¿O debería llamar de nuestras vidas? Eso fue lo que la trajo hacia mi de todas formas.

Abrí la puerta de un tirón causando que el hombre que estaba apoyado en ella cayera rendido a mis pies como un perro sarnoso, me agaché y lo tomé del cuello de su camisa tirándolo con fuerza hacía el sofá contrario al de Clío, quien seguía sin mirarnos, seguramente viendo algún video sobre libros, estaba tan obsesionada con ellos que daba miedo. Me quedé mirándola por unos segundos hasta que reaccioné y volteé de forma lenta caminando hacia mi escritorio y sentándome sobre este.

—Habla — Exigí — Y más te vale que sea interesante.

Lo vi tragar saliva antes de empezar y sonreí internamente.

—Heo Yiseul, 24 años, un hermano y dos padres vivos; estudió en la universidad de Seúl como una de las mejores graduadas de su generación, tiene una mejor amiga, su nombre es Kim Yha, no tiene mascotas pero ama los animales, pasa la mayor parte del día en las bibliotecas, ama las frutas pero no los vegetales, y a menudo compra discos de...¿Taylor Siwa? Taylor...swift, en internet.

—¿Parejas?

—Ninguna, señorita, jamás se le ha visto con nadie más allá de una amistad.

—Eso es interesante... deberías volver luego —Tomé asiento y me puse mis gafas, empezaba a darme dolor de cabeza — Estoy ocupada.

—Señorita.

—¿Mh? — Lo miré, firmando los últimos papeles que se necesitaban para los nuevos abogados del bufete, últimamente me metía en muchos problemas y no sabía por qué.

The mouse and the cat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora