Capítulo 24

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—Te dije que te quedaras quieta—gruñó—Eres una desobediente, Hael.

La empresaria gimió entre sus regordetes labios y Seul aguantó la respiración por aquella acción, nunca entendería como alguien tan hermosa como Hael le prestó atención a un simple humano como lo era ella, era algo inaudito.

—M-me duele—siseó cuando una nueva gota de aquella caliente vela cayó sobre sus sensibles glúteos.

La abogada se rió entre dientes con obvia burla antes de dar una nalgada que resonó por aquella gigantesca habitación, amaba el eco de las paredes porque así podía oír mejor los jadeos y quejas de su novia, además de que aquella oscuridad le permitía observar todo el trabajo que había hecho hace casi un año atrás cuando mandó a instalar inofensivas cámaras de seguridad en la habitación de la magnate.

Por supuesto que la rubia pensaba que la pelinegra no lo sabía.

—Ya sabes que debes hacer amor—Acarició suavemente su espalda causando un jadeo en la pelinegra —Solo di la palabra de seguridad.

Hael cerró la boca, amaba el lado posesivo de su novia además de que nunca había llegado tantas veces como en aquella ocasión, ni siquiera cuando tenía sesiones de auto amor en su habitación y usaba todos esos juguetes que tenía escondidos en algún lugar de aquel gran armario. No iba a decirlo pero amaba la sensación de aquella caliente vela tocando su piel maltratada y amaba aún más el velo que cubría sus ojos y las esposas que impedían su movimiento. El momento en que su novia regresó del armario con aquellas cosas en la mano una punzada se sintió en su centro y le rezó a todos los Dioses para que aquella mujer no la hiciera irse en vez de venirse.

Yiseul sonrió al notar el silencio de su novia y retomó su labor, amaba ver aquella piel roja y como su mujer se movía debajo de ella sin poder zafarse de su control, amaba tenerla bajo su merced, así nadie la quitaría de su lado y nadie podría nunca querer tomarla, Hael era solo suya y de nadie más, jamás permitiría que una sola alma pusiese sus manos sobre ella o que si quiera la mirasen, aquella pálida piel y el desordenado cabello negro que cubría su cara eran irremediablemente atractivos para cualquiera y ella lo sabía, era por eso que Hael siempre tenía a alguien que la siguiera y le informara que era lo que estaba haciendo, había sido así por los últimos años y no empezaría a detenerse, no ahora que la tenía completamente para ella sola.

—Eso pensé—Sus dedos acariciaron la entrada mojada siendo llevados luego a su boca sedienta y gimió. Su mujer era deliciosa—Exquisito.

Fue bajada de aquel regazo y se puso con el trasero levantado en aquella enorme cama, sus manos atadas contra su espalda y su rostro contra la almohada le dieron un aspecto afrodisíaco que Seul se encargaría de disfrutar. Gimió cuando algo se abrió paso entre sus pliegues mojados, estaba muy cansada pero su cuerpo parecía ser insaciable. Aquél arnés que su novia tenía era la mejor compra que había realizado en su vida, lo supo cuando las embestidas empezaron y su novia agarró sus caderas para follarla rápidamente sin haberle soltado las manos.

—Esto te lo ganas por mentirosa—Dijo agitada la rubia—Sé todo sobre ti Hael, no te atrevas a mentirme de nuevo.

La empresaria negó casi imperceptiblemente, no planeaba mentir de nuevo y recibir un castigo como aquel, no era como si se quejara pero necesitaba poder caminar para trabajar y su novia era alguien implacable, lo demostraba porque estaba prácticamente destrozándole el coño a embestidas mientras ella no podía hacer más que gemir ante tantas emociones, sus lágrimas rodando por sus mejillas en base a la sobre estimulación que recibía y su trasero rojo por la irritación de todas las nalgadas que había recibido.

Había perdido la cuenta de cuantas veces había explotado en un devastador orgasmo pero sabía que eran más de diez. No pudo aguantar demasiado cuando su novia empezó a embestirla aún más rápido e introdujo una mano entre sus piernas para acariciar su sensible clítoris y mandarla directamente a un orgasmo que la dejó mareada, seguramente si Yiseul intentaba tocarla de nuevo iba a desmayarse. Sintió como se retiraba y todos sus fluidos caían por sus piernas y por un momento se sintió avergonzada en cambio de su novia quien observó aquello con fascinación y volteó a ver una de las cámaras, usaría esta grabación para cuando estuviera muy estresada del trabajo.

The mouse and the cat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora