Capítulo 23

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Clio

—¿Qué sucedió Alexandra?—Mi mamá llegó corriendo y su cara se transformó en una de terror cuando vió quien estaba en mis brazos—¿Qué le sucedió?

Respiré profundamente. Nunca había tenido un acercamiento de esta manera con alguien que no fuera Hael, mi madre o aquella mujer por lo que mis manos empezaron a temblar y no podía hablar, pero tampoco podía soltarla, estaba segura de que Hael me golpearía si había una sola cicatriz en el rostro de esta mujer.

Mi madre se acercó para ayudarme a cargarla hasta la cama que había en la habitación que nunca quise entrar. Demasiados tonos en oscuro. 

—¿Qué le pudo haber sucedido a esta niña?

—Seguramente se desmayó de la impresión.

Mi madre me miró confundida, como siempre.

—Hael está desmayada en el piso—La señalé, la cara de mi madre perdió color—Si lo miras de cerca parece como si se hubiese suicidado—Fruncí el ceño y me acerqué a ella agachándome a su lado, la tomé entre mis brazos y la recosté al lado de la mujer—Pero solamente se tomó una pastilla para su migraña, son los tarros de allí—Los señalé—Suele tenerlas a menudo cuando está bajo estrés, así que ya puedes imaginarlo.

Mi mamá se acercó a ambas, a Hael le puso una cobija y a la mujer le puso un pedazo de algodón con alcohol que la hizo despertar. No esperé que su rostro se pusiera pálido al ver quien estaba acostada a su lado y se desmayara de nuevo, ¿Qué era esto?

—¿Por qué esa mujer sigue desmayándose?¿Debería darle un golpe para que se le arregle el cerebro?—La que recibió aquel golpe fui yo—¡Auch! ¿Por qué me pegas?

—¡Deja de decir babosadas, Haewon!—Me regañó y me apresure a salir de la habitación, solo me llamaba por mi nombre coreano cuando se enojaba conmigo, no solía suceder pero cuando lo hacía era similar a estar de pie frente a un hipopótamo enojado y con hambre.

Aterrador.

—Señora—Una pequeña voz me llamó desde el pasillo, fruncí el ceño—¿La señora Kang está bien?

Su coreano era lamentable pero podía entenderla.

—¿A quién estás llamando señora?—Me señalé—¿A mi?

La niña me miró con curiosidad y se acercó vacilante, me agaché a frente a ella y la miré a los ojos, tenía unos ojos muy asiáticos, cosa que era bastante rara considerando el hecho de que tenía nacionalidad italiana.

—¿No eres una señora?—Inclinó la cabeza—Entonces si no lo eres, ¿Vas a casarte conmigo? No te había pedido matrimonio antes porque pensé que eras una señora muy grande para mi.

Alcé mis cejas mirando a la pequeña infante frente a mi, era bastante baja comparada con la edad que tenía y eso la hacía parecer de al menos ocho años, siempre me había dado curiosidad el hecho de que me miraba cada vez que podía, parece ser que tenía algún tipo de extraña atracción para mi, por lo que me habían explicado era algo normal en niños y no debía tomarle mucha importancia.

—No puedes casarte conmigo—Negué—Eres muy pequeña.

Frunció el ceño y mi corazón palpitó fuertemente, puse una mano en mi pecho con miedo, ¿Qué era aquella sensación?

—¿Esperarás a que crezca?—Inclinó la cabeza—Mi mami decía que solo las chicas grandes se casan.

Lo pensé, mi mamá me decía que no debía herir los sentimientos de los niños porque eran muy susceptibles, así como Heo Hayul, siempre debía tratarlo con cuidado o de lo contrario se pondría a llorar.

The mouse and the cat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora