Capítulo 29

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La pelirroja miró con desconcierto a su dos compañeros que temblaban en sus asientos, sus rostros se veían al borde de la muerte, sin exageración alguna, en cierto punto los comprendía, pero por otra parte...

—Dejen de actuar como unas perras cobardes—Gruñó con exasperación—¡¿Por qué parece que van a morir de un infarto?!

Una pelicorta la miró como si le hubiese salido dos cabezas, y es que no lo dudaba, habían permitido que la persona a la que debían mantener alejada de la novia de su jefa se acercara e incluso tuviera una conversación con ella, ¿Cómo podía estar tan calmada?

Heo Yiseul era la mujer más aterradora que sus ojos habían visto alguna vez, era calculadora, inteligente y determinada, siempre conseguía todo lo que quería de una forma u otra, y entre esas cosas estaba la mujer que debían proteger, habían sido testigos desdela primera vez que conocieron a la ahora rubia hasta donde podía llegar solo por Kang Hael, habían estado a su lado por poco más de tres años y medio, trabajando lado a lado poco menos de un mes y en ese tiempo, contar las veces que sus corazones casi abandonan sus cuerpos junto con el vómito por la asquerosa vista que les proporcionaba los métodos de tortura que empleaba su jefa con todo aquel que osara ser irrespetuoso o sobrepasar una línea con la empresaria sería imposible por no decir inimaginable.

—¿Estás demente?—Una sonrisa incrédula abandonó los labios del joven que observó a la pelirroja con ira—¿Qué crees que nos hará la jefa si se entera de que no hicimos bien nuestro trabajo? ¡Seguramente nos matará, Beatrice!

La mencionada sonrió con burla levantándose de su asiento, sus pisadas hacían eco por el gran apartamento en el que vivían los tres—¿No lo comprenden? Somos su mano derecha, los únicos que se arriesgarían a hacer todo tipo de trabajos sucios para ella y ustedes lo saben—Enfrentó a sus dos compañeros que la miraban con la boca abierta. Había enloquecido—Heo Yiseul no puede deshacerse de nosotros tan fácilmente, así que dejen de ser unos maricas y llorar como nenas.

Los dos jóvenes inhalaron con profundidad, tal vez si lo hacían podían encontrar una razón en sus mentes aparte de que era su mejor amiga que los detuviera de encestarle un tiro en la boca de aquella habladora de profunda y pura mierda, les fastidiaba el tipo de persona como la que tenían frente a ellos, prepotente y tan segura de si misma, como si ni siquiera el diablo pudiera tocarle.

—¿Cómo estás tan segura de ello?—Cuestionó la pelicorta con un pronunciado acento británico y un profundo ceño fruncido—Nos llamó en Inglaterra para que trabajáramos con ella, sí, pero a Doyeon la conoció aquí en su país cuando era una mocosa de 10 años y aún así la asesinó luego de torturarla por días, ¿Por qué crees que con nosotros sería diferente si nunca la hemos visto en persona siquiera?

Beatrice Bennet sonrió entre sus dientes sin responder aquella pregunta, mirando a todos con una sonrisa gatuna en sus ojos rasgados, era tan divertido ver las caras de pánico de aquellos jóvenes con los que se había conocido hace al menos cinco años, siempre habían sido unos mocosos alegres y exasperantes pero nunca les había conocido esa expresión tan encantadoramente excitante. Tal vez esto iba a ser más sangriento de lo que pensó cuando su jefa solicitó que se mudaran a corea para trabajar más cerca de ella.

Tal vez su hermana era alguien más interesante de lo que pudo pensar alguna vez.


Seul.

—¿Crees que es una opción? ¡Al demonio que no, padre! ¡No, no voy a cuidar mi tono!—Grité con enfado al teléfono que sostenían en mis manos—¡Hay una maldita demente que está tratando de matar a mi novia y encima resulta que es mi maldita hermana gemela, claro que tienen que venir!

The mouse and the cat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora