—¿Cariño?¿Estás en casa?—La voz de la pelinegra se escuchaba por aquel salón con gran eco al estar vacío—Tal vez no está aquí.
Lo estaba. Seul estaba en casa, pero no respondería, estaba demasiado enojada como para iniciar una conversación y esperaba que su novia en cuanto lo viera supiera aquello, no quería ver su cara y mucho menos acordarse de la escenita de la oficina.
Ignorando a su prometida se reclinó sobre la silla y miró el documento que tenía adelante con el ceño fruncido, sus gafas deslizándose sobre su pulcra nariz y sus manos apoyadas en su mentón le daban un aspecto inmaculado que la empresaria no quiso corromper en cuanto se asomó por la puerta de aquel estudio que había habitado para la menor desde que la visitaba frecuentemente. No fue una gran sorpresa puesto que la abogada pasaba más tiempo en aquella casa que en la que compartía con su hermano, pero aún este hizo un gran berrinche incluso cuando estaba bajando todas las cajas del despacho de su hermanita hacia el auto, puede que ahora odiase a la empresaria un 20% más de lo que ya hacía.
—Hmhm— Carraspeó tratando de llamar la atención de la rubia quien no se inmutó —Te estoy hablando, no finjas no escucharme.
La menor la miró con desdén desde sus sexys anteojos— No estoy fingiendo no escucharte, te estoy ignorando deliberadamente.
Hael abrió la boca sin palabras y frunció el ceño con disgusto, nadie nunca la había ignorado en su vida, y esta no iba a ser la primera vez.
Con el caminar de una reina subió un poco aquel vestido color blanco que llegaba hasta sus tentadores muslos y abrió su escote llevándose la mirada de su prometida allí quien no pudo resistirse a morder su labio ante la provocación. Se sentó frente a ella, en medio de su ser con el escritorio como asiento y puso sus largas piernas una sobre otra mirando a la rubia con prepotencia.
—Te estoy hablando, mírame cuando te hablo—Susurró abriendo un poco sus piernas ante la mirada oscura de su abogada—Mi cara está aquí arriba—La señaló bajando su vestido —Aquí.
Seul la miró con ira, ¿Cómo se atrevía a privarla de mirar lo que era suyo? Cerró los ojos un momento para recuperar el control de si misma y se echó para atrás, rodando y creando un espacio entre ella y el demonio que quería llevarla al infierno.
—Estoy trabajando, y me estás interrumpiendo—Comentó mirándola con el ceño fruncido —Si no te importa, necesito que te bajes de mis documentos—Los señaló vagamente mientras se quedaba un tiempo de más en aquellas piernas pálidas —¿O debo decirle a tu secretaria que te baje por mi?
La empresaria rodó los ojos, por supuesto que esto era por lo que había pasado en la mañana, su novia era una celosa de primera y no lo dejaría pasar.
—Seul, es una niña— Recalcó —Ni siquiera ha terminado de cumplir los 25, es una chiquilla, ¿Cómo puedes estar celosa de ella?
En el momento en el que aquellas palabras dejaron su boca supo que la había cagado.
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The mouse and the cat.
Teen Fiction«¿Quien es la presa? ¿Quien es el cazador?» Kang Hael pensaba que no había nadie tan encantado con alguien como ella lo estaba por esa coreana de ojos oscuros y tímidos. Las múltiples heridas en su cuerpo y su inhabilidad de hablar le advirtieron ta...