Capítulo 30.

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Si había algo que caracterizaba a Heo Seul era lo mucho que amaba dormir, que la despertaran era la peor decisión del mundo para cualquier tipo de mortal.

La mayoría del tiempo.

—N-no...¡Ah! N-no entiendo como llegamos a esto—Seul miró entre sus pestañas a la mujer que tenía sobre su sudado cuerpo, dando un respingo ante la repentina invasión de uno de aquellos largos dedos en su entrada mojada, la rubia mordió su labio, era una desgracia que no pudieran hacer ruido para no despertar a la menor que se encontraba a unas cuantas habitaciones, podía decirse que esta tenía sueño pesado pero no querían arriesgarse cuando ya había pasado con anterioridad.

—Lo que pasa es...que no puedes resistirte a mi—Susurró, situando su mano restante en aquellas anchas caderas que la volvían loca para acercar su boca a aquel manjar que la llamaba con fervor—Lo que pasa es que cuando me viste regresar del baño en ropa interior no pudiste evitar lanzarte sobre mi como si llevaras días si comer.

La abogada gimió con una sonrisa que fue rápidamente reemplazada por un ceño fruncido cuando Hael encontró aquél punto dulce y presionó sobre el—P-puedes decir que llevo una semana sin comer—Habló como pudo. Entre la vulnerabilidad que estaba mostrando al tener sus piernas completamente abiertas y a su muy cachonda novia entre ellas comiéndole el coño no había forma de que su boca formara frases con coherencia—Mhhh, sí...j-justo así.

Una sonrisita salió de la boca de Hael, tenía tiempo sin probar a su novia y que ella misma le hubiese dado la oportunidad en bandeja de plata le había caído como un pan del cielo, un pan que se iba a encargar de devorar hasta que no quedaran ni las migajas. Pasó su larga lengua por aquel mojado coño llevando aquellos jugos en su lengua, el sabor de su novia siempre había sido como un afrodisiaco. 

Seul reprimió un gemido, se sentía al borde del climax, podía saberlo por sus pezones erectos y como de repente su boca parecía haberse secado, su abdomen se contrajo  sus cobijas fueron fuertemente apretadas bajo sus manos. Tan cerca, se sentía tan cerca, solo un poco más y...

—¡Mamá!

—Si te detienes en este momento le irás a hacer compañía a tu prima en la tumba—Gruñó agarrando el cabello de Hael quien se había detenido con una mueca en sus gatunos rasgos—Solo...un poco.

—¡Mamá, tengo hambre!

Seul quiso llorar de frutración cuando la pequeña voz se volvió más insistente y su novia la miró con la disculpa graba en sus facciones antes de levantarse e ir al baño a lavarse los dientes. La rubia miró al techo con suma atención, tal vez si Hael era quien le preparaba el desayuno a Elli ella podía encargarse por su cuenta de aquel problema, ni loca se quedaría...

—¿Y a ti quien te llamó? Hablaba con mi mamá Seul.

Gimió tapando su cara con sus manos. La habían convertido en madre obligada y ahora no podía terminar de correrse.

Fantástico. Simplemente fantástico.

 Simplemente fantástico

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The mouse and the cat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora