Capítulo 17.

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Hael se encontraba exhausta, llevaba poco más de tres días en Italia y no podía más, las reuniones, contratos, fiestas con los socios y salidas repentinas la tenían al punto del colapso

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Hael se encontraba exhausta, llevaba poco más de tres días en Italia y no podía más, las reuniones, contratos, fiestas con los socios y salidas repentinas la tenían al punto del colapso. No había visto a Seul desde hace algunos días y sentía que la extrañaba demasiado, desde que se conocieron no habían pasado tanto tiempo separadas y eso la hacía sentir como si quisiera llegar a Corea corriendo para abrazarla y besarla hasta que emabas no pudieran respirar. Nadie comprendía la necesidad que sentía de estar cerca de la abogada, nisiquiera ella misma lo hacía, nunca había sentido algo parecido con nadie más y eso en parte la asustaba.

Decir que no se sentía mal al pensar que su novia era una espía era una completa mentira, pasaba algunas noches pensando en ello mientras fumaba un cigarro en su ventana, si era de esa manera tendrían un gran problema porque no sabía cómo iba a actuar al respecto, por supuesto que podía hacer como dijo y secuestrarla, pero sabía que su cuñado no iba a estar muy feliz con aquello y conociéndolo la buscaría en el fin del mundo para ponerle una bala en la cabeza, no era como que le diera miedo, pero Yul era una parte importante de sus hombres y no podía permitirse perderlo.

—Señorita—Chang, uno de sus hombres, llamó a su puerta—Debemos irnos ahora, la fiesta empezará en media hora.

Por supuesto que tenía otra fiesta a la que asistir, así habían sido todas las noches desde que pisó aquel lugar, fiesta en fiesta, y cualquier otra persona estaría feliz, pero ella solo deseaba llegar y dormir mil años o darse un tiro en la frente para no tener que ponerse de nuevo aquellos tacones que estaban por matarla.

—Vámonos—dijo saliendo de la habitación botando humo por las orejas—No quiero oír otra cosa que no sea el motor de este auto, creanme que si antes de llegar escucho siquiera una de sus respiraciones deberán despedirse de sus penes.

Todos temblaron, hace poco más de un mes que no veían a su jefa tan enfadada, desde que esa alta belleza llegó a su vida era todo sonrisas y flores, lo que significaba que no había arrancado las manos de uno de sus hombres que olvidó entregarle su portafolio antes de una reunión y por ello tuvo que improvisar ante esos hombres que se la querían comer con la mirada. Al salir de aquella reunión estaba tan callada que todos temieron por su vida, pero al instante su semblante cambió al recibir una llamada de su prometida, ¿No era aquello una bendición de Dios? Pareció haberlo olvidado todo mientras la persona al otro lado del teléfono la regañaba por no haber comida desde la noche anterior.

La tensión en el auto podía cortarse con una pequeña cuchilla, nadie hablaba, nadie respiraba más de lo necesario y lo más importante, nadie le dirigía la mirada.

—¡Carajo!—Aquel grito y la frenada repentina que dió el auto hizo que el alma de los fortachones se les escapara por donde no les daba la luz el sol, Hael solo miraba en silencio a su conductor— ¿Quien es ese idiota? Maldita sea.

Frente al auto se encontraba un pequeño cuerpo en el suelo, aparentemente inconsciente y lleno de sangre. La heredera de los Kang bajó elegantemente del auto y se dirigió a aquel niño que parecía estar muerto.

The mouse and the cat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora