IV

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—Te voy a presentar a mi familia —le dijo North a Natalie, dirigiéndose ambos a la sala de la cabaña, luego de que los bebés se quedarán dormidos.

—De acuerdo —bostezó con cansancio, yendo detrás de él.

No había dormido muy bien la noche anterior y no porque los bebés se despertaran por la noche muchas veces, sino porque el sueño entrecortado, no le había servido para descansar.

Sin contar con el hecho de no saber que haría ahora que estaba en una casa con completos desconocidos. Intentaba mantenerse calma, porque sabía que alguien debía ir a buscarla.

—Ella es mi abuela, Dalai, mi hermano menor, Yamir, y mis hijos. Kaelan y Biel, Blake, Zarek y Cala.

Observó a los niños y luego a North, boquiabierta.

—Espera... ¿Estos cinco niños son tus hijos?

—Sí.

—¿T-Tienes siete hijos?

—Sí.

—¿Y todos fueron de la misma madre?

—Por supuesto —gruñó, frunciendo el ceño.

¡Demonios! Hasta sospechaba porque la mujer había fallecido. Es que tener cinco partos, con dos mellizos en medio, seguro había sido mucho para su cuerpo. Y encima los niños se veían todos seguidos.

—¿Cuántos años tienen?

—Los gemelos doce, Blake once, Zarek siete y Cala cinco.

—Okay, te hace falta una clase urgente de planificación familiar y de higiene —le dijo señalándolo de arriba a bajo, antes de ir hasta los más pequeños de la familia—. ¿Qué les parece si hacemos un viaje hasta el río? —sonrió mirándolos.

—¿Para qué? —le preguntó Zarek.

—Para tomar un rico baño ¿Qué les parece? Es divertido, y además se sentirán muy bien.

—No, no me gusta el agua.

—No sé porqué no se sorprende —sonrió falsamente.

Todo era culpa del roñoso de North seguro.

—Y-Yo si quiero ir —murmuró tímidamente Cala.

Observó a la niña, y la pequeña rápidamente bajó la mirada. Sonrió suavemente y le tocó el cabello.

—¿Quieres ir conmigo, princesa?

—S-Sí.

Se giró y miró a North.

—¿Puedes llevarnos hasta el río entonces? Ella sí quiere tomar un baño.

Y al pelirrojo no le agradó en los más mínimo tener que sacar a los niños de la cabaña. Pero su hijita se veía... Curiosa, por lo que había aceptado llevarlas.

Desde que su mujer había muerto, Cala no hablaba casi, siempre lucía afligida, desanimada, hasta ahora.

Quizás el aroma suave de Natalie, le daba confianza.

—Está bien.

—¡Perfecto entonces! Vamos por un baño todos.

—No, yo no iré —le dijo Kaelan.

El pequeño tenía el cabello castaño y los ojos azules.

—¿Cómo qué no? No hay nada más lindo que tomar un baño.

—Yo tampoco quiero ir —secundó Blake, un pequeño de cabello negro y ojos ámbar como su padre.

—Irán todos porque yo lo digo —sentenció North, sin darle oportunidad de replicar a sus hijos.

Natalie escuchó varios gruñidos molestos, y sonrió incómoda... Terminaría ganándose el odio de los niños por querer bañarlos.

🌑🌑🌑

—Muy bien, se lavan bien cada parte de su cuerpo, no se olviden las orejas —les dijo sentada desde la orilla, cargando a Hazel en brazos que se había despertado.

—Ten a Ewan y dame a Hazel —pronunció North dándole al niño que estaba llorando.

Qué fácil lo hacía él, el bebé comenzaba a llorar y se lo daba a ella. Lo miró con el ceño fruncido y tomó al pequeño, entregándole a la bebé que estaba tranquila.

Pero apenas la agarró North, la niña comenzó a llorar también.

—Tendrás que tenerlos a ambos.

—¿Cómo pretendes que sostenga a los dos si están llorando? Tengo dos brazos nomás, North —pronunció molesta, intentando calmar al niño.

—Sí, y son dos niños.

Le dedicó una mirada amenazante y se puso de pie con cuidado, para tomar a la bebé también y apoyarlos a ambos contra su pecho, besando sus frentes.

—Ya bebitos, no lloren, no es su culpa tener un padre tan idiota —les dijo en un tono calmo, antes de mirar a los niños, para ver si se estaban bañando o no—. Tú, el de ojos azules, mójate el cabello, niño, eso no cuenta cómo baño.

—Kaelan —pronunció North.

—Eso, Kaelan, mójate el cabello —le dijo Natalie—. Y tú, el de ojos amarillos, si sigues tirándole agua así a tu hermano en la cara, lo ahogarás, no jueguen de ese modo.

—Blake y Zarek.

—Yo ya terminé —pronunció bajito Cala, acercándose a Natalie.

—A ver, cariño —sonrió, mirándole el cabello y luego las orejas, seguida de una mirada de su cuerpo—. Perfecto, preciosa. ¿Cómo te sientes? ¿Mejor o no?

—Sí —sonrió tímidamente.

—¿Escucharon a su hermanita? Se siente bien después del baño. Y les advierto a los cuatro, no nos iremos hasta que brillen de limpios.  Y tú cariño, cuando se duerman tus hermanitos, te haré unas hermosas trenzas en el cabello ¿Quieres? —sonrió.

—E-Esta bien.

—Eres una preciosura —sonrió, antes de mirar a North—. Oye, tú también ve a bañarte.

—¿Qué?

—Da el ejemplo, hombre, ve a bañarte de una maldita vez con tus hijos, así luego podemos irnos también.

—No te olvides de tu-

—Pero no eres un crío para renegar también contigo, North, ve y toma un maldito baño —lo interrumpió molesta—. Dios, en vez de siete niños, terminaré cuidando ocho contigo.

...

NorthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora