XXV

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—La verdad no la entiendo, no sé realmente que espera o quiere.

—¿Por qué lo dices?

—Porque es obvio que quiere tener sexo conmigo, su cuerpo reacciona a mí, y tuvimos más de una oportunidad para hacerlo. Pero ella no quiere.

Yamir lo observó curioso, pensando lo que su hermano le estaba contando. Estaban ambos sentados en el patio que unía ambas cabañas. Era de noche, y tanto la mujer de Yamir, como los hijos de North dormían.

—Los humanos son más emocionales, no son como nosotros, North.

—Pero yo le pregunté y ella me dijo que ellos también tienen sexo casual.

—Bueno pero que ellos tengan sexo casual, no quiere decir que ella lo tenga.

—Lo entiendo, pero si es así ¿Entonces por qué su cuerpo reacciona a mi?

—Porque le gustas, pero no quiere tener sexo contigo, al menos no aún.

—No tiene sentido —gruñó frustrado, mirando hacia otro lado.

—¿Por qué no intentas acercarte a ella?

—Porque entonces creerá que mi interés es sólo para follarla después.

—Lo cuál es verdad ¿No? Por qué eso es lo que tú quieres ¿No es así, North?

—No lo sé —murmuró mirando hacia abajo—... Selai murió hace tres meses, no sé si sea correcto tomar una nueva compañera. Además, tampoco sé cómo lo tomarán mis hijos. Sé que los pequeños estarían felices, pero Kaelan y Biel no.

—Creí que ellos la habían aceptado después de casi dos meses viviendo juntos.

—No, la relación con Biel está ahí, a veces hablan, intercambian algunas palabras, pero nada más. Pero Kaelan se sigue negando a tratar con ella.

—Hay que entender que Kaelan también está atravesando una etapa muy importante en su vida, está a poco años de transicionar, y a veces se ponen muy agresivos y malhumorados.

—Hablando de eso, estoy casi seguro que Kaelan es uno de esos alfas diferentes, deltas creo que le llamaban antiguamente.

—¿Un delta? —preguntó preocupado.

—Sí, es algo que con Selai sospechábamos, y después de la pelea con Kieran, y ver cómo se puso, más me hizo dudar de su condición.

—Si es así, tendrás que llevarlo a la ciudad, y que el grupo que vive allí, lo evalúe.

—Lo sé, pero hasta que él no alcance la madurez, no podemos hacer nada.

🌑🌑🌑

—A-Ah no, a ella si no le gusta que la toque nadie —sonrió incómoda Natalie cuando Lucero se acercó a la bebé.

—A ver, quizás se quedé un ratito conmigo hasta que tú puedas comer —sonrió, extendiendo sus brazos hacia Natalie.

La rubia la miró insegura, y luego se quitó a la niña de la tela donde la tenía, para dársela a Lucero. Y no hizo más que apoyarla contra su pecho, que la niña gritó, antes de comenzar a llorar a todo pulmón.

—Tranquila cariño, no pasa nada malo —sonrió acariciándole las mejillas, hablándole con calma.

Pero no funcionaba, Hazel se puso roja, y continuó llorando, apretando sus puñitos y moviendo los pies. Natalie se tocó la nuca, nerviosa, especialmente cuando la bebé comenzó a llorar con un mamá.

—Okay, okay, ya viste que no quiere —pronunció molesta, quitándosela y abrazándola a su pecho—. Ya mi amor, ya no llores, aquí estoy.

La niña se tomó de su camiseta y hundió su rostro en el pecho de ella, sollozando con angustia.

—No llores así, amor, me harás llorar a mi —le dijo en un hilo de voz la rubia, acariciándole la espalda y el cabello, antes de repartir suaves besos por su rostro—. Ya mi vida, no llores más, aquí estoy.

—¿Qué le pasó? —preguntó North entrando a la sala.

—Se enojó porque quise tomarla —sonrió incómoda Lucero.

—Ah, sí, Hazel es muy unida a Natalie, no le gusta que nadie la toque.

—Eso mismo le dije —pronunció con cierta molestia Natalie, aún abrazando a la bebé a su pecho, luego de lograr calmarla.

—Lo siento, no creí que la bebita se molestaría tanto, sólo quería ayudar a Natalie para que comiera.

—Descuida, ella ya se ha acostumbrado a hacer todo con los bebés —sonrió levemente North—. Natalie tiene prácticamente diez minutos al día libre, y es en la madrugada cuando logra despegarse de Hazel para bañarse.

—Pero ¿Cómo hacen ustedes entonces para tener sexo? —le preguntó confundida—. Diez minutos es muy poquito tiempo.

—¡¿Q-Qué?! ¡Nosotros no t-tenemos sexo! —exclamó con el rostro completamente rojo—. Ve Lucero, de seguro Y-Yamir te necesita, gracias por intentarlo, pero yo puedo sola con los niños.

—Lo siento —murmuró la muchacha, antes de irse.

North la observó, divertido.

—Ten cuidado como le hablas, las omegas son muy sensibles.

—¿Cómo se le ocurre soltar algo así como si nada?

—Ella pensó que estábamos juntos.

—D-Después de hacer llorar a Hazel, por hoy que ni se aparezca por acá —pronunció molesta, antes de besar la frente de la niña, y susurrarle un te amo.

—Ella te ama mucho también, sólo mira como se puso cuando te la quitaron.

—Es que ella es mi bebita —sonrió abrazándola, pegando su mejilla al cachetito de la niña—. Mi princesa.

North sonrió y pasó junto a ella, apoyando su mano sobre su cabeza, antes de salir de la cabaña.

Natalie lo observó sorprendida, sin saber cómo sentirse. ¿Qué había sido eso?

...

NorthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora