XXIX -Kaelan-

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Para cortar un poco con la trama, un especial de lo que será el cuarto libro.
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—¿Qué? No, no pueden ir, es peligroso —pronunció con temor Natalie, observando a los tres muchachos.

Kaelan rodó los ojos y desvió la mirada hacia su padre.

—Será en dos semanas.

—North, diles que no —le pidió—. Es muy peligroso lo que quieren hacer, podríamos hasta perderlos.

—No le estoy pidiendo permiso a mi padre para hacerlo, sólo se lo estoy avisando —gruñó mirando a Natalie, antes de volver la vista a su padre.

North respiró profundo, antes de asentir con la cabeza. Sabía que no podía negarse tampoco, ya que los tres estaban en la mayoría de edad.

—Blake —pronunció con un nudo en la garganta la rubia, observando al muchacho con angustia.

—Estaremos bien —sonrió suavemente.

Sus labios temblaron y lo tomó del rostro, acariciando una de sus trenzas que caía al costado de su cabeza.

—Si les llegase a pasar algo, no sé que haré —pronunció en un hilo de voz.

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—Los clanes mayores de nuestros territorios, han presentado este año a sus machos más jóvenes para hacer, no sólo la prueba de su adultez, sino también la posibilidad de extender sus dominios. No podemos olvidar, que esto también supone la reducción de los que pierdan y hayan decidido participar.

Estaba reunidos en el centro de la reserva, dónde se llevaría a cabo la ceremonía.

El anciano encargado de la ceremonia, continuó hablando, explicando que estaba permitido o lo que no. North se acercó a sus hijos, observando los demás clanes.

—Presten principal atención a los Redrivers —les susurró—. Ellos tienen cinco muchachos, y son los únicos que podrían representar un peligro para ustedes.

Kaelan los observó y luego desvío la mirada hacia los demás clanes.

—Hay dos mujeres —murmuró Biel.

—Sí, y son alfas cómo ustedes. Tengan eso en mente, porque así fue como nos conocimos con su madre también.

Blake observó a las dos chicas y luego frunció el ceño.

—Mm, de acuerdo.

—Kaelan, recuerda lo que dijo el médico.

—No puedo usar medicamentos en la competición —pronunció indiferente.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿No los trajiste?

—No.

North gruñó al escuchar aquello, y antes de poder decirle algo a su hijo, el anciano los presentó.

—Del clan Coldrivers, se presentarán a la competencia Kaelan, Biel y Blake —pronunció tomando una navaja—. Pasen al frente y den su aprobación a las reglas, marcando los territorios que cederán en caso de perder.

Kaelan pasó al frente, seguido de sus dos hermanos un poco más atrás. Tomó la navaja, y cortó la yema de su pulgar, antes de derramar la sangre sobre un antiguo mapa.

—El clan Coldrivers cederá las laderas del noroeste en caso de perder, junto con las hectáreas que la rodean.

North, cómo sus hermanos, lo observaron aturdidos. ¿Era estúpido? ¡Ahí estaba su principal fuente de alimento! La pesca y sus cultivos venían de allí, perder esas tierras, sería hundirlos en la miseria.

Sin contar, con que era la mayor porción del río.

Los observó a todos indiferentes, encontrándose con la mirada de burla del líder del clan Redrivers.

—Si yo gano, quiero la mitad de tus tierras —le dijo señalándolo con la navaja.

—¿Y tú crees que podrás ganarnos? —preguntó divertido, antes de reír.

Kaelan lo observó inexpresivo, entregándole la navaja.

—¿Aceptas o no? No deberías de dudar, si tan confiado estás.

Y al ver que el otro muchacho no avanzaría, le dió la espalda, clavando la navaja sobre el mapa.

El joven representante de la otra familia apretó su mandíbula, y se acercó al mapa, quitando la navaja antes de cortar la palma de su mano derecho.

—Muchacho aún no era tu turno —le dijo el anciano.

—Cierra la boca, viejo —gruñó, antes de mirar a Kaelan y sonreír—. El clan Redrivers acepta tu provocación, pedazo de mierda. Pero si nosotros ganamos, no sólo nos darán las laderas, sino también las hembras de su clan. Nos han dicho que tienen una omega que huele muy dulce, sumisa, toda una perra. Será un trofeo delicioso —sonrió con burla, antes de pasarse la lengua por los labios.

Biel y Blake gruñeron de rabia, antes de mirar a su hermano con impotencia. Una cosa era poner en riesgo sus territorios, y otra muy diferente, era arriesgar a Cala.

—¡¿Qué mierda acabas de hacer, Kaelan?! —gruñó su padre tomándolo del hombro.

—Asegurarme un nuevo territorio para la familia —pronunció con calma, sin expresión alguna.

—Si ustedes no llegan a ganar, se llevarán a tus hermanas ¡¿Tú entiendes eso?!

—Y cuando nosotros ganemos, todo el oeste será nuestro.

...

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