Capítulo 8

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˖⁺‧₊El desastre de☾₊‧⁺˖⋆♥
˖⁺‧₊una chica enojada☾₊‧⁺˖⋆♥

Los ninjas, incluyendo Tobe y Garu, la veían estando atónitos, sus risitas, su canto y sonidos que llegaba a hacer no eran en nada parecidos a su voz de ahora, no era tierna ni dulce... era hostil y demandante.

—... ¿Tú hablas? —susurró Tobe alejándose de ella.

—¡SI, CLARO QUE PUEDO HABLAR! llevamos horas perdiendo el tiempo con sus estupideces y las de Ring-Ring, debemos ir al templo del maestro Soo y deshacernos de nuestros hilos, solo así recuperaremos nuestras vidas, ¡AHORA MUÉVANSE! —los tomó de los brazos y se los llevó a rastras al templo del maestro Soo sin darles tiempo a reaccionar.

—Definitivamente este día está repleto de sorpresas —susurro uno de los ninjas.

—Si, el maestro está unido a Garu, Garu perdiendo las ganas de vivir por los comentarios del pueblo y Pucca hablando... es mucho para procesar —dijo otro ninja tocando su frente casi mareado.

—¿Nadie hablará de que el maestro ayudó a Garu a escapar del pueblo? —susurro otro que veía el camino por el que la pálida y el par de ninjas a habían ido, a lo que todos se quedaron en silencio.

Pucca corría velozmente, los chicos intentaban seguirle el paso a la de camisa roja, estaban aterrados, jamás la oyeron hablar, y tampoco con un aire temerario repleto de furia, ella definitivamente estaba decidida a hacer lo que sea para recuperar su vida de antes, y con lo que sea, incluía patear la puerta del templo haciendo que el todopoderoso del pueblo, que reía con sus geishas, se sobresaltará.

—¡Pucca! ¡¿Cómo te atreves entrar de esa manera tan descortés a mi templo?! —dijo el maestro subiendo a su nube.

     —Lo siento, maestro Soo, pero esto es importante —dijo Pucca seria.

     —Pucca, no te oía hablar desde que Garu hizo su voto de- —se interrumpió así mismo al ver como Pucca empujaba a Garu y a Tobe, dejando que viera el hilo que los unía.

     —Necesito que rompa el hilo de ellos, y también el mío, por favor —dijo la pálida suplicante.

     —...Ya veo, ahora entiendo porque Ring-Ring decía algo sobre el hilo de Tobe, en cuanto a tu hiló, Pucca, ¿quién es la persona afortunada? —preguntó.

     Pucca suspiró irritada y tomó su hilo el cual brilló y luego lo jaló con fuerza, atrayendo a Ring-Ring desde donde estaba y haciéndola caer a su lado.

     —¡MALDICION! ¡¿COMO TE ATREVES A JALARME?! ¡MI VESTIDO SE ENSUCIÓ POR TU CULPA! —gritó poniéndose de pie y quitándose el inexistente polvo de su vestido.

    —Deja el drama, cuando el maestro Soo rompa nuestros hilos, jamás tendremos que vernos de nuevo —bufo Pucca cruzándose de brazos.

    —¡OJALÁ...! Espera, ¿tú hablas? —pregunto entre enojada y confundida.

     —¡¿Qué más da?! Maestro Soo ¿puede quitarnos ya los hilos? los cuatro estamos de acuerdo ¿verdad, chicos? —dijo la de camisa roja mirando a Garu, Tobe y luego a Ring-Ring.

    —Es lo único en que ella y yo estamos de acuerdo, maestro Soo, por favor, líbrenos de esta cosa —dijo la de pelo azul arreglando su cabello y simultáneamente pintando sus labios.

    —Yo también estoy de acuerdo... —dijo Tobe mirando de reojo a Garu, quien al final solo asintió mirando al todopoderoso.

     —Es bueno que los cuatro estén de acuerdo en una decisión tan seria e importante para sus vidas... desgraciadamente no puedo ayudarlos.

     —¡¿QUE, POR QUÉ NO?! —gritaron los tres al mismo tiempo mientras que el pálido solo imitó la expresión de confusión.

    —El hilo rojo conecta a aquellos que están destinados a encontrarse y amarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper... —respondió repitiendo el lema del hilo rojo.

—...Debe haber una manera, n-no podemos quedarnos así... Garu y yo somos novios, queremos estar unidos, s-si no estamos juntos... y-yo —Pucca estaba a punto de llorar.

     Su ánimo ya estaba afectando a la ciudad, el cielo estaba nublado, el viento era más fuerte, y la lluvia no tardo en hacer aparición al igual que las lágrimas de Pucca, que lloraba inconsolable.

      El viento comenzaba a formar un tornado, Ring-Ring saco su Yang y con sus mangas se abrazó de una de las columnas del castillo, Tobe usó sus dos espadas y las enterró en el suelo para sostenerse de ellas, mientras que Garu en un vano intento por calmar a Pucca y a la vez salvarse de ser arrastrado por el tornado, se sostuvo del tobillo de la pálida, mientras que las geishas si terminaron siendo arrastradas por el tornado.

      —¡Mis damas! ¡Pucca tienes que calmarte, estás creando un caos! —dijo el maestro Soo que se mantenía a salvo por su magia.

     —¡QUIERO QUEDARME CON GARU, QUIERO MI VIDA DE VUELTA! —exclamó mientras lloraba aún más fuerte y quebrando el suelo, no podía controlarse, aún si afectaba al ninja de coletas.

     —¡MAESTRO SOO, DEBE HABER UNA MANERA DE DESAPARECER NUESTRO HILO! ¡¡POR FAVOR!! —gritó la de cabello azul viendo como poco a poco se rompía la columna de la que se agarraba.

     —¡AUNQUE SEA UNA CON POCA PROBABILIDAD, CUALQUIER COSA, DÍGALA DE UNA MALD-

Él de cicatriz de interrumpió para gritar pues sin querer había soltado sus espadas cuando esquivó un pedazo de techo que iba caer sobre él, estaba siendo arrastrado al tornado, pero Garu jaló el hilo que lo unía a Tobe y este brillo, atrayendo al ninja de vuelta y tomando su mano, el de cicatriz no se atrevió a soltarla, por mucho que le fuera humillante dejarse ayudar por el pálido... le aterraban más los desastres naturales que provocaba Pucca.

      Tobe sostuvo la mano de Garu con fuerza y este lo sostenía con la misma firmeza, mientras se abrazaba del tobillo de Pucca con su brazo libre, por un momento... Garu sintió satisfacción respectó al hecho de que Tobe sí tomase su mano si estaba a punto de morir... le hacía sentir que no estaba perdida la posibilidad de que este no lo odiase tanto... y era algo que aliviaba un poco su corazón perturbado...
    
       —¡¡YA BASTA!! ESTA BIEN! ¡SI HAY UNA MANERA DE ROMPER SUS UNIONES! —exclamó el maestro Soo.

Pucca paró de llorar abruptamente y sonrió, provocando que el clima fuese soleado de nuevo y que el maestro Soo con magia aliviase la caída de las personas que estuvieron en el tornado para que no se lastimaran más y lograra traer a las geishas, quienes corrieron a abrazar al Dios.

     Ring-Ring se calmó y se alejó de la columna la cual poco después cayó al suelo, los ninjas rivales cayeron al suelo jadeando cansados y un tanto asustados, y una vez que se fueron calmando, se soltaron las manos rápida y bruscamente.

—¿¡Cual es el método?! ¡DÍGALO YA, POR FAVOR! —dijo Pucca emocionada, definitivamente no parecía la chica dulce de siempre... se veía más obsesionada que nunca con su historia de amor... el maestro suspiró y dijo:

—Solo hay algo que puede cortar su hilo... y esas son las tijeras del destino.

¡𝕸𝒶𝓁𝒹𝒾𝓉𝑜 𝐇𝒾𝓁𝑜 𝕽𝑜𝑗𝑜!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora