Capítulo 9

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˖⁺‧₊Las Tijeras del Destino☾₊‧⁺˖⋆♥

Los cuatro se miraron entre sí y luego miraron de nuevo al Dios que los veía desde su nube de forma seria –e irritada pues estaba molesto por el alboroto que Pucca causó con su rabieta– esperando a que estos dijesen algo, a lo que los tres dijeron al mismo tiempo:

—¿Tijeras del destino? ¿qué hacen y dónde están? —preguntaron, mientras que Garu solo asintió dando a entender que se hacía la misma pregunta.

El maestro con su poder, hizo que el humo de los inciensos se intensificase, siendo tanto como el de un incendio, este hizo que los cuatro no pudieran ver más allá de el, pero en vez de terminar inhalando y tosiendo el humo, este comenzó a formar poco a poco una imagen, parecía ser la aldea de Sooga, pero muchos años atrás... fue entonces que el Maestro Soo relató:

   Hace poco menos de 1000 años, el pueblo estaba bajo el mando de un Rey, quien tenía un solo heredero, rezo día y noche para que el hilo rojo de su hijo estuviera unido al de la princesa del reino vecino, la doncella había venido de visita junto a su hermano y su padre, el Rey de esa aldea...

    Desgraciadamente para ambos Reyes que buscaban la unión de las aldeas, cuando la luna roja cayó, el hilo del príncipe de Sooga se unió al del príncipe del otro reino en lugar de a la princesa...

Gracias a un chamán del pueblo, a quien los reyes pidieron que usara su magia para revelar el hilo del príncipe, todos vieron que ambos príncipes habían sido unidos, los príncipes quedaron aterrados por ese hilo rojo y brillante que los unía, la princesa llorosa y desilusionada... y las miradas de decepción y repudio del pueblo no faltaron, incluyendo la de los reyes, la cual era igual a la de aldeanos... pero fue la que más afectó a los príncipes.

El Rey de aquella aldea vecina acusó al príncipe de Sooga con manipular el hilo y querer arrastrar a su hijo a la deshonra, los guardias intentaron cortar el hilo con sus espadas bajo el mando de esté, pero el hilo era indestructible...

Para evitar una guerra, los reyes decretaron que los príncipes perderían su título y apellido si no encontraban la manera de romper su unión que traía decepción a la aldea, los dos se fueron bajo la promesa de lograrlo, formando una alianza para recuperar sus vidas y destruir su hilo.

Vinieron al templo, no era tan fácil en aquel entonces llegar, les tomó semanas, y más de una herida... pero en ese peligroso camino se conocieron más, no hacía falta decirse algo, esas miradas y sonrisas lo decían todo.

Al llegar al templo, le imploraron al Todopoderoso de ese entonces que les diesen algo para poder cortar su hilo, aquel Dios se negó, diciendo que sólo pasarían desgracias de crear algo que iba contra el destino, pero los príncipes se arrodillaron juntos, implorando su ayuda y jurando aceptar cualquier consecuencia... pese a que era perceptible el miedo y la presión bajo sus súplicas, ignorantes del sacrilegio que estaban obligados a cometer.

El todopoderoso de ese entonces aceptó, bajo la condición de que ambos forjaran dos cuchillas para formar unas tijeras, tenía que ser por separado y sin copiarse él uno al otro, duraron una semana en el templo mientras hacían aquello, la última semana que tenían para cortar el hilo antes de que este se volviese invisible de nuevo.

Cuando se reencontraron y después reverenciaron al todopoderoso, mostraron sus cuchillas, eran distintos diseños... pero ambos eran maravillosos, cuando se unieron, congeniaron a la perfección, como si ambos hubiesen concordado la forma y tamaño como las harían, sin ningún error... eran unas cuchillas perfectas para fines que eran lo contrario.

¡𝕸𝒶𝓁𝒹𝒾𝓉𝑜 𝐇𝒾𝓁𝑜 𝕽𝑜𝑗𝑜!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora