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Trenton Sawyer ha luchado con sudor y sangre para salir de una vida de violencia y autodestrucción. Años y años de entrenamiento le han llevado a convertirse en uno de los mejores luchadores de la MMA en las últimas...
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TRENTON
La violaron, joder.
A mi Keisha la violó un desgraciado que sigue suelto – y del que sospecho que ha huido, por lo que he podido inferir de sus actos todo este tiempo leyendo entre líneas – y al que me gustaría matar lentamente para que sufriera por haberse atrevido a tocarla y a herirla de esa manera.
Cuanto me lo contó anoche y estalló en llanto aferrándose a mi pecho en medio de un ataque de pánico, juro que estuve a punto de romperme en mil pedazos.
Y si no lo hice fue solo porque ella me necesitaba fuerte y entero.
Pasé la noche entera velando su sueño, sin dejar de abrazarme a su cuerpo caliente contra el mío.
Quiero que a mi lado se sienta siempre segura y en paz, que lo nuestro funcione y demostrarme a mí mismo que puedo ser el hombre que ella necesita a su lado. Y estoy decidido a lograrlo.
Es por eso que le he preparado una sorpresa para hoy, algo que creo que le va a gustar. Porque necesita distraerse, los dos lo necesitamos.
Así que hoy vamos a pasar del entrenamiento, este día es solo para los dos. Sin preocupaciones ni responsabilidades, solo quiero que pasemos unos días desconectados del mundo.
Termino de prepararle el desayuno como le gusta – tortitas con mucho sirope de fresa y una cucharada de miel por encima con su indispensable taza de café – y, tras ponerlo en una bandeja junto con el mío, se lo llevo a la cama.
Al entrar en la habitación me permito mirarla mientras duerme y siento paz al ver que está profunda, en medio de un sueño reparador. Casi me da pena despertarla, pero ha dormido mucho ya y tenemos que aprovechar el día. Creo que es la primera vez que organizo algo así y no entiendo por qué estoy nervioso.
No sentía nada al salir al ring delante de miles de personas y con las cámaras enfocándome pero ante el hecho de preparar una escapada para mi chica me da miedo no estar a la altura, qué ironía.
Con delicadeza, le poso ambas manos sobre los hombros y le doy un beso en la frente para que despierte.
Al poco, ella entreabre los ojos y deja escapar un murmullo somnoliento, pero en cuanto me ve su cara se ilumina cual rayo de sol.
— Buenos días, renacuaja —la saludo con un rápido beso en los labios y cuando me sonríe se para el mundo.
— Trent, buenos días —dice ella, y al ver la bandeja llena de comida se queda asombrada —. Madre mía...me has traído el desayuno, no hacía falta. Pero muchas gracias.
— Nada de gracias, como no empieces a comer no pienso dejarte nada — replico, tomando asiento a su lado.
— De eso nada —se queja, en broma, y empezamos a comer.
