Un Audi de modelo exclusivo se estacionaba en la empresa Kim, de él bajó Minwoo portando uno de sus trajes más caros, al igual que sus joyas, bolsa y zapatos, demostrando a todo el mundo que dinero era lo último que le faltaba. Caminaba con su gracia y porte habitual, con la cabeza en alto, siendo la mujer poderosa que siempre había querido ser.
Las cámaras estaban por todos lados, la multitud de paparazzis se abalanzaba sobre ella, después de todo se estaba hablando de una de las empresas más importantes de la ciudad. Ella sonreía con tranquilidad, intentando avanzar entre los micrófonos y las cámaras.
—¡Señora Kim ¿Es cierto que está en bancarrota?!— interrogó uno de los tantos reporteros.
—¿Alguien en bancarrota sería capaz de manejar ese Audi y llevar la ropa que yo llevo hoy?— cuestionó la mujer con una sonrisa— No ¿Verdad?
Con su única y corta respuesta dada, se adentro en el lujoso edificio y se dirigió hacia su despacho. Estaba orgullosa de su perfecto espectáculo, de la forma en la que tantos la miraban con admiración y respeto, ella era el ejemplo a seguir de muchas personas. Pero nadie sabía lo difícil que había sido llegar hasta donde estaba, lo mucho que había tenido que esforzarse por conseguir lo que anhelaba desde niña.
—Bienvenida señora Kim— saludó su secretario con una reverencia.
—Quiero que busques nuevos uniformes de trabajo— encargó la pelinegra sin siquiera saludar— Los más caros.
—Enseguida— obedeció el empleado retirándose luego de hacer otra pequeña reverencia.
La mujer sacó su teléfono y marcó el número de la persona que sabía sería capaz de ayudarla, se trataba de un joven apuesto con falsa fama de bondadoso y buena persona, otro de los tantos caretas de la alta sociedad. Necesitaba a alguien que fuera capaz de trabajar encubierto para descubrir quién era la persona que había comenzado ese rumor.
—Hola cariño~— saludó la mujer.
—Señora Kim, que sorpresa ¿Que se le ofrece?
—Necesito que me hagas un enorme favor...
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Seungmin miraba la televisión desde su cama. Observaba con atención el hermoso espectáculo que había creado su madre, llegando en ese perfecto auto que no tenía ni idea de cuanto le había salido y cómo iba a pagar por él. Debía admitir que era digno de admirar, ella no se dejaba manejar, era salvaje, no iban a derrumbarla tan facilmente.
Eso era en lo único en lo que quería parecerse a ella, quería levantar la cabeza y salir adelante sin ayuda de nadie, quería reírse en la cara de los que intentaron destruirlo, quería ser valiente y mandar a Minwoo a la mierda. A ella y a su estúpido mundo falso.
La puerta de su habitación se abrió dejando ver una rizada cabellera rubia, a pesar de que le había dicho que comenzara a tocar seguía haciendo lo que se le daba la gana, pero después de lo que había hecho la noche anterior no iba a dejarle las cosas tan fáciles.
