A la mayoría de la gente no le gusta asistir a los cementerios durante la noche, pero la realidad es que él creía que era una de los mejores horarios. Le agradaba la brisa fresca chocando contra su rostro, la luz de la luna acompañando la triste visita y el lugar desolado. No le daba ningún terror, él rara vez sentía miedo. Bueno, rara vez sentía.
Como cada semana limpió delicadamente la lápida y dejó las flores que había llevado en su respectivo lugar. Ese día era particular, se cumplían 10 años desde la muerte de su padre, al cual los médicos habían reportado sin signos vitales a las 10 pm. Por ese día, siempre terminaba yendo de noche a visitar a su padre.
Su sensibilidad esos días había sido extrema, se sentía pequeño, como si volviera a la edad en la que su padre lo había abandonado, se sentía tan dulce y amable como en esos tiempos. Quizás Chris no lo había notado, porque esa semana había pasado muy poco tiempo en el departamento, supuestamente estaba muy ocupado con cosas del trabajo. De todos modos era mejor que no lo viera de aquella forma, no le agradaba que lo vieran tan vulnerable.
—Ya son las diez en punto...— habló el menor luego de unos 20 minutos de silencio— Hoy y ahora se cumples diez años excactos de tu muerte... A decir verdad no tengo mucho para decir, además de que siento que todos los días te extraño un poco más. Este último tiempo ha sido especialmente difícil, nunca me molesto estar solo, encerrarme en mi mismo y esas cosas, pero ya no se si pueda soportar el vacío que siento en el pecho. Se que me he equivocado mucho y que si yo hubiera querido hoy tendría a gente a mi lado para acompañarme, pero por mucho tiempo solo me negué porque yo te quería a tí... Luego simplemente me era más fácil fingir que soy un arrogante de mierda para que nadie me preguntara por mis ojeras. Pero hoy... hoy realmente necesito un abrazo, pa.
Por primera vez en años sintió sus lágrimas fluir por sus mejillas, el nudo en su garganta se sentía del tamaño de su puño y su pecho se oprimió hasta casi no dejar pasar el aire. Nunca antes le había pasado sentirse de aquella manera, sentía que había vuelto a tener 12 años y se encontraba solo e indefenso en el mundo.
—Hoy tengo más ganas de irme contigo que de costumbre...
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Sentía ese característico pinchazo en su brazo derecho, al cual ya estaba más que acostumbrado, pero esta vez había algo distinto, se escuchaba un constante sonido intermitente.
¿Acaso estaba muerto?
Sentía mucha claridad pero no podía abrir sus ojos, su cuerpo se sentía entumecido y no recordaba muy bien lo que había pasado. Lo último que rondaba su mente era la imagen de aquel bello atardecer que vió antes de caer dormido.
¿Acaso había tenido una sobredosis? ¿Quien lo había encontrado? ¿Quizás Chris?
¡Chris! Recordaba haberlo escuchado gritando su nombre en algún momento. Necesitaba verlo, quería verlo, pedirle disculpas, rogarle que volviera, que lo abrazara nuevamente y cenaran juntos cada que podían. Lo extrañaba demasiado.
