Capítulo 07/2

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✨Abril✨

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✨Abril✨

07.2 Nala

Aunque Maia se esforzaba por seguirme el paso y continuar conversando, le era imposible. Nala me obligaba a casi correr por la acera. Pese a estar sosteniendo de forma adecuada su correa, tenía miedo de que se me soltara, por ello no luché con ella, seguí su ritmo, odiándome por llevar zapatos altos.

—Se supone que eres tú quien la debe dominar a ella, no ella a ti.

—Ay, cállate, que no lo haces mejor que yo —le eché en cara sin dejar de trotar.

Ella había intentado llevarla un par de calles. sin embargo, le fue imposible dominar a mi cachorra, que cada vez lucía más grande. Nala debió reconocer la casa, porque de la nada aumentó la velocidad de sus patas, comenzó a mover la cola demostrando su exceso de energía, mientras ladraba alentándome a apresurarme.

—¡Abril, detenla!

—No puedo —repliqué entre risas.

La correa estuvo a punto de deslizarse de mis manos, pero Nala frenó en seco al encontrarse frente a nuestra puerta. Pasé la correa hasta mi muñeca para buscar las llaves dentro de mi bolso, lucían tan impaciente por entrar que imaginé que moría de hambre. Ella y Maia habían llegado dos horas atrás a la tienda, tuvieron que esperarme para poder marcharnos.

Abrí la puerta y Nala corrió hacia adentro, directo al jardín por el que corrió varias veces. Aunque la imagen me generaba satisfacción, dejé de prestarle atención a mi perra para ver a Maia, que se acercaba a paso lento, y casi jadeando por el esfuerzo. Nala nos hizo correr a las dos.

—Ella está fuera de control.

—¿Crees qué no lo sé? Entra, tengo bebidas frías que nos ayudaran a recuperar el aliento.

—Necesitas algo más que una bebida fría para convencerme de quedarme.

—No necesito convencerte de nada, tú ya aceptaste —le apunté la puerta abierta y luego la crucé esperando que ella me siguiera—. No vas a fallarme cuanto te necesito.

—Abril, ¿para qué me necesitas? —preguntó con fastidio, como si no se lo hubiera explicado en cuanto llegó a mi oficina.

Abrí la puerta principal de la casa y esta vez le cedí el paso. Apenas crucé el umbral me quité los zapatos. Estaba agotada como si no me encontrase a media tarde. Descalza caminé hacia la cocina, directo al refrigerador.

—No quiero estar sola con Christian.

—Pudiste citarlo en un lugar público.

—Ayer no pude pensar en eso. Se me ocurrió hasta hoy.

—Pudiste llamarlo para decírselo.

—¿Crees qué tengo su teléfono?

—¿No contemplaste la opción de escribirle un mensaje por Instagram? Recuerda que ya se ha comunicado contigo por ahí.

Fuimos momentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora