Capítulo 09

72.8K 5.4K 2.6K
                                    

✨Abril✨

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

✨Abril✨

09. Química 

Los efectos del golpe de energía aún no se diluían de mi cuerpo, era consciente de la fuerza con la que mi corazón latía y de la densidad de la que estaba cargada al aire. Me encontraba no solo agitada, también aturdida por lo que hice, lo que sentí y el magnetismo que me mantenía pegada a la puerta y no me permitía moverme. Estaba a merced de Christian, que se hallaba solo a pocos centímetros de distancia, cerniéndose sobre mí no solo con su altura, también con la fuerza de su presencia que parecía ser capaz de consumirme.

—No estoy comprometido con nadie.

Sus palabras solo lograron alterarme más, Christian no lucía desconcertado como lo estaba yo, tampoco arrepentido, en sus ojos brillaba la expectación mientras me contemplaba como si yo fuese su presa y él un cazador. Pese al aturdimiento que me aquejaba era capaz de identificar la desfachatez en su actitud, el dominio que exudaba con solo permanecer frente a mí, con los brazos cruzados y sosteniéndome la mirada.

—¿En serio acabas de decirme eso? Precisamente a mí, a mí —enfaticé—. Déjame tranquila, Christian. No vuelvas a meterte ni conmigo, ni con mis amigas.

Reuní toda la rabia que sentía para salir del estado en el que me encontraba, luché con la fuerza invisible que me arrastraba hasta la estúpida puerta y la abrí para salir y buscar a mi perra, ansiosa por marcharme. El olor del perfume de Christian parecía estar impregnado en mi nariz, no estaba segura si era un efecto del beso o de la cercanía que impuso al aplastarme con su cuerpo, la única certeza que tenía al respecto es que lo sentía pegado a mí gracias a su aroma. Con aquella sensación perturbándome caminé con prisa por el pasillo, sin hacer una sola pausa.

—Abril, detente.

—No, Christian, nuestra conversación ya terminó. ¡Nala! —levanté la voz para llamar a mi perra en cuanto llegué a la sala.

El ruido de su correa siendo arrastrada sonó por algún lugar, moví la cabeza hacia ambos lados siguiendo el ruido que cesó de la nada, estaba dispuesta a moverme para buscarla, pero entonces la fuerza de una mano pesada y cálida envolviendo mi antebrazo me lo impidió. De nuevo cada vello de mi cuerpo se erizó, era consecuencia del beso aquella hipersensibilidad hacia Christian, aquel contacto me tomó tan desprevenida que mi cuerpo aún no se reponía de las sensaciones que desató.

—Me besas, me gritas y me dejas con la palabra en la boca.

La indignación que se filtró en su voz solo era una muestra de su orgullo herido. Christian enumeró cada cosa que hice con reproche, como si no estuviera acostumbrado a que una mujer no cediera a sus intenciones. Molesta me removí hasta lograr que me soltara, y caminé hacia la puerta de cristal que estaba abierta y llevaba hacia una terraza.

Nala estaba recostada bajo la sombra, con la lengua afuera y jadeando como si estuviera sedienta, a su lado se hallaba sentada la señora a la que Christian le encomendó cuidarla, sostenía su correa con la mano derecha, asegurándose de que no se alejara mientras ella descansaba en la silla para tomar sol. En cuanto Nala se percató de mi presencia se levantó dejando ver su energía, la correa se deslizó de las manos de la señora en el momento en el que mi perra corrió a mi encuentro.

Fuimos momentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora